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Las ingenierías dejan de ser cosas de hombres, ahora les toca el turno a ellas

La ingeniería es un sector que, aunque todavía hoy sigue ocupado mayoritariamente por hombres, el 30% de las chicas ya se matricula en alguna titulación de ingeniería. Así pues, en los últimos cinco años se ha doblado el número de mujeres que deciden cursar estos estudios. Además, el número de ingenieras que imparten clases en nuestras facultades, aumenta curso tras curso.

Punto de vista empresarial

Paula Lema, responsable de proyectos open source de FringesCT, comenta en su artículo científico ‘La ingeniería y la mujer’, que grandes compañías tecnológicas de muchos países están cada vez más preocupadas por motivar a las mujeres a estudiar una ingeniería debido a la importante influencia que éstas tienen en las decisiones de compra de muchos hogares. Por ello, cada vez son más las organizaciones que empiezan a diseñar sus estrategias enfocadas al target femenino. En este sentido, Lema añade que es muy importante para las empresas incorporar a mujeres en todos los niveles y en todos los departamentos, incluidos los técnicos.

Punto de vista universitario

Las universidades, aunque en este caso no se diferencia por sexo, también pretenden aumentar el número de graduados en ciencias, matemáticas y tecnología para incrementar la investigación científica.

¿Cuestión de roles diferenciados?

La ingeniería ha sido un ámbito vinculado a los hombres quizás por la elevada tecnicidad de la profesión, mientras que carreras del ámbito de las ciencias sociales como la enseñanza de infantil o primaria han estado mucho más relacionadas con las mujeres. Se dice que nosotras tenemos más empatía y por ello, nos decantamos más por este tipo de profesiones. También ocurre lo mismo con la enfermería. Pero, las cifras demuestran que la situación ha cambiado y que lo sigue haciendo. Parece que generalizar demasiado con los estereotipos empieza a no encajar en la situación laboral actual.

Núria Tur, ingeniera agrónoma por la Universitat Politècnica de València, comenta que al principio de la carrera, en los años 2009 y 2010, aproximadamente la mitad de los alumnos en su clase eran mujeres y la otra mitad, hombres. No obstante, matiza que en los últimos cursos, dependiendo de la especialidad escogida, la diferencia era un poco más significativa, aunque dice que siguió bastante igualada. Tur vaticina que esto pueda deberse a la parte biológica de su titulación, a diferencia de otras ingenierías en las que la presencia femenina en las aulas todavía hoy puede ser menor.

En cuanto a sus profesores, explica que la diferencia entre hombres y mujeres docentes no fue demasiado notable, aunque reconoce que el número de profesores fuese algo mayor que el de profesoras.

Pero, ¿podemos hablar de aptitudes diferenciadas entre hombres y mujeres en los estudios de ingeniería? Tur comenta que la formación recibida fue igual para ambos sexos por lo que concluye: “Debido a eso, se entiende que a la hora de insertarse en el mundo laboral, tampoco debería haber diferencias”.

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