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Deberes de verano, ¿sí o no?

Si las vacaciones de verano son una etapa de desconexión para los adultos, ¿por qué los niños tienen que hacer deberes cuando terminan el curso escolar? Si han trabajado suficientemente en clase, ¿no se merecen un buen descanso ? ¿Es necesario tener a un niño que ha aprobado el curso delante de un cuadernillo de trabajo ?

Controvertido es el tema de los deberes escolares en verano. En realidad, existen pocos estudios que demuestren la utilidad, a nivel cognitivo, de estos trabajos escolares en tiempo de ocio y sin maestros, es decir sin un apoyo pedagógico detrás. ¿Deben ejercer de maestros los padres? ¿Son útiles para nuestros hijos los deberes escolares en vacaciones ?

El debate está sobre la mesa, algunos maestros, padres y pedagogos están a favor y otros en contra. Romper con esta polémica requerirá de varios estudios y cambios de paradigma que tengan en cuenta los numerosos aspectos que coinciden en el ámbito educativo.

A favor de los deberes de verano

  • Crean un hábito de estudio.
  • Los deberes sirven para consolidar lo que se ha aprendido durante el curso.
  • Introducen al alumno y lo preparan para el curso siguiente.
  • Las vacaciones de verano son un periodo de descanso pero esto no implica que los estudiantes dejen de lado su proceso de aprendizaje.
  • Refuerzan la autonomía del estudiante y son un buen vehículo para motivar al alumno en actividades de consulta e investigación.
  • Son un buen instrumento de diagnóstico. En los deberes escolares se puede deducir si sé han adquirido o no las competencias básicas del año escolar.
  • Ayudan a aprender  a gestionar el tiempo.
  • Promueven la participación e implicación de la familia en la evolución educativa, así como la comunicación con el profesorado.

En contra de los deberes de verano

  • La palabra “ deberes” ya suena a obligación y obligar es lo peor que se puede hacer para motivar. Sin motivación, sin curiosidad y entusiasmo nunca podremos crear un hábito de estudio adecuado.
  • Los niños de primaria están en fase de desarrollo intelectual, aun no han adquirido la capacidad necesaria para concentrarse mucho tiempo, por lo que, resulta poco útil tenerlos delante de un cuadernillo de trabajo. El niño necesita jugar para poder desarrollar sus capacidades, es decir, necesita primero descubrir e inventar para poder después llegar a la disciplina y aprendizaje que requieren los deberes fuera de la escuela.
  • Crean tensiones familiares, los padres no son maestros o no pueden pedagógicamente ayudar a sus hijos, así como no todos los niños adquieren los conocimientos necesarios de una manera rápida, lo que puede llegar a causar una gran frustración tanto a padres como a hijos
  • No existe un feedback con el profesor una vez terminadas estas tareas veraniegas-escolares. ¿ Quién tiene que corregir estos cuadernos, el profesor entrante, el saliente, …?
  • Sobrecargan el trabajo del profesor que tiene que corregir las tareas de todos los alumnos antes de empezar el curso lectivo, lo que resta tiempo a los ya sobrecargados sistemas educativos.

De todas formas, entre teorías a favor y teorías en contra siempre nos podemos encontrar con un término medio donde confluyan deberes escolares y ocio. Lo fundamental  es aprender a pensar.

Alternativas

  • Cambiar la palabra “ deberes “ por “trabajos de investigación” cambia el concepto adquirido de la idea que tiene los niños de las tareas escolares ( aburridas, repetitivas, obligatorias ). A los niños les gusta investigar, descubrir cosas, hacer preguntas. Ya llegará el tiempo de intelectualizar las respuestas.
  • Contextualizar lo aprendido en la escuela con el tiempo de ocio también puede ser una buena alternativa. Por ejemplo, si en el curso se han estudiado los planetas, una buena idea sería llevarles a un Planetario o incluso una sencilla excursión nocturna para ver las estrellas puede ser toda una aventura que active la motivación y el entusiasmo por aprender.
  • Los padres no son maestros pero pueden enseñar. Planificar juntos excursiones, dividirse tareas buscando información en Internet sobre actividades lúdicas, visitas a museos o incluso, por ejemplo, crear  un reloj para aprender a leer las horas, todas estas actividades también son válidas para implicar a los padres en la evolución educativa de los hijos.
  •  Leer con ellos, lo que ellos quieran, preguntarles por el argumento es una manera de aprender vocabulario y adquirir métodos de memoria. Darles acuarelas, lápices, papeles de colores para que plasmen lo que han leído es también una buena manera de incentivar su imaginación y dejar libre la creatividad que, de por sí, ya tienen adquirida.

En definitiva, deberes escolares y vacaciones de verano no tendrían que ser actividades contrapuestas, al contrario, enseñarles a aprender de una manera libre, sin dejar de lado su propia evolución, enseñarles entusiasmo y curiosidad por el entorno, puede llegar a ser tan enriquecedor para los niños como para los padres.

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