Cuando nos encontramos en un jornada de trabajo, muchas veces podemos darnos cuenta de que podíamos haberlo realizado de otra manera, es cuando consideramos que nuestro trabajo nos ofrece la alternativa de aprender a realizarnos como profesionales. Esta situación laboral, nos lleva a tomar la iniciativa de ampliar nuestros conocimientos y competencias, en base a conseguir una formación que nos permita potenciarlas para reunir en forma tangible nuestras expectativas de éxito.
La realidad observada en personas que triunfan nos demuestra que hay tres parámetros para alcanzar el éxito profesional:
- Interés,
- Iniciativa y
- Percepción.
Un trío que puede ampliar nuestros horizontes y la obtención de vivir un mejor presente laboral, a través de una formación adecuada a las necesidades de cada profesional.
A partir de tomar la iniciativa en formarte, puedes plantearte una pregunta asertiva: ¿cuál es el beneficio profesional que obtendrás con la formación profesional que tienes interés en realizar? Y una vez que tu análisis te ha esclarecido las ventajas y dudas profesionales de tu próxima formación, puedes planificar tu tiempo, horas que dedicaras a tus estudios, sean presenciales, semipresenciales u online.
El éxito profesional se alcanza sumando tus competencias personales y practicando las técnicas de gestión de todos tus aprendizajes técnicos acumulados en tu bagaje de experiencia.
También es cierto que no sólo la inteligencia determina el éxito profesional de un trabajador, porque a ella debe añadirse el talento, destrezas, capacidad de esfuerzo, habilidad social, cooperación, iniciativa, que constituyen la inteligencia emocional. Debemos considerar que en el momento de selección de un empleado se tomarán en cuenta todas estas aptitudes y que la empresa no sólo evaluará un buen currículum vitae, que incluye el conocimiento y la experiencia profesional, sino que considerará relevantes los rasgos de personalidad y las competencias del candidato, porque todo en su conjunto es lo que va a determinar que las tareas se realice en concordancia con los objetivos propuestos por la empresa en cuestión.
Por consiguiente, el potencial en desarrollo siempre tendrá una iniciativa que parte de cada persona que quiere generar un éxito constante en su puesto de trabajo y esto se consigue superando sus competencias a partir de una actitud emprendedora tanto en el ámbito profesional como personal.
Cuando asumimos que somos responsables de gestionar nuestro propio éxito, a partir de gestionar nuestra propia profesión u oficio, nos convertimos en creadores de nuestro éxito. Por lo que no vamos a esperar que alguien venga a decirnos lo que sabemos que tenemos que hacer, no podemos quedarnos sentados esperando que alguien haga el trabajo que nos corresponde hacer a nosotros mismos. Tampoco es operativo quedarse perplejo en la típica queja anti-sistema si lo que realmente deseamos es cambiar nuestra situación laboral hacia la superación. Todo logro en nuestras vidas va a depender de la perspectiva que se utilice para conseguirlo. Por ejemplo, ante la pérdida de empleo, hay personas que caen en la depresión; en cambio, otras aprovechan esta circunstancia para montar un negocio propio y triunfar. Tenemos la responsabilidad de escoger nuestras propias respuestas ante lo que nos ocurre y de dirigir la acción de una manera inteligente.
Para tener éxito en el actual mercado laboral es preciso convertirse en un agente activo de cambio, tener iniciativa y saber hacer frente a la incertidumbre eligiendo perspectivas triunfadoras, es así como se forma una persona proactiva. Esta no espera que los demás tomen decisiones por ella, actúa con determinación, anticipándose a los problemas, baja a terrenos operativos y crea constantemente nuevas oportunidades, que siempre van a estar orientados a la obtención de buenos resultados. La iniciativa y el éxito que deciden tu futuro profesional a partir de una formación conveniente te da la oportunidad de transformar las ideas en acciones para obtener los resultados que beneficien tu realización profesional.
