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¡Las Smart Cities están aquí! ¿Está el mundo preparado?

Las ciudades no empezaron ayer

¿Dónde empieza y termina la ciudad? ¿Qué significa ser vecino, ciudadano, ocupante o transeúnte? La realidad urbana esconde situaciones irreconciliables.

Las ciudades lentas son muy competitivas a nivel global en determinadas funciones y especializaciones, como la educativa, o en cadenas de innovación. Pero junto a un fenómeno imparable de concentración poblacional en las ciudades, bajo ciertas condiciones aparece lo contrario, una incipiente dispersión, en especial hacia urbes intermedias de menos de un millón de habitantes, con fuerte economía de servicios.

Smart Cities, el concepto apunta con frecuencia a una realidad posnacional –ajena en su dinámica al Estado-nación- y quizás pospolítica, puramente tecnocrática. Pero en modo alguno son suficientes. El peso del factor humano individual y comunitario, o la calidad de la expresión institucional, pueden limitar, o incluso, eliminar la puesta en marcha de la inteligencia urbana la ciudad inteligente se debe configurar como un escenario de posibilidades. Por muy bien que funcione la tecnología, sin un sentido de comunidad política e instituciones adecuadas, las ciudades del futuro pueden ser invivibles, o ser tomadas por nuevos bárbaros.

En el mundo en desarrollo, los ciudadanos eligen alcaldes a los políticos que prometen construir un metro o un tranvía. En el desarrollado, algunos quieren que todos vayamos en bicicleta. No hay viviendas suficientes y las metrópolis más atractivas sufren un proceso de señorialización (“gentrification”) y tercerización; se convierten en ciudades “boutique” o parques temáticos, últimamente hostiles al turismo masivo. De modo simultáneo, el colapso de la logística urbana desconecta y aísla los suburbios y, en muchos casos en Europa y en particular en España, como ha señalado Sergio del Molino, aparece una ruralidad que no sabíamos se encontraba allí, o se configuran manifestaciones de resistencia creativa en territorios y núcleos inesperados.

No hay ciudades tontas

Las superciudades del futuro, resultado de las revoluciones urbana y digital llevadas hasta sus últimas consecuencias, tendrán que gestionar computación en las redes sociales (Social), dispositivos móviles (Mobile),  minería de datos (Analytics) y en la nube (Cloud). Es el llamado escenario “SMAC”. El riesgo mayor consiste, por tanto, en la desarticulación de elementos cruciales de toda ciudad, urbs, civitas y polis, materia, comunidad política e instituciones,  sin que existan mecanismos que corrijan los desequilibrios.

En España, estas reflexiones impulsaron el entrecruzamiento inicial en los años ochenta entre urbanización, regionalización y revolución digital. El mapa municipal español presenta una elevada fragmentación. Se caracteriza por el impacto del turismo y el reciente desarrollo urbanístico. En el informe puede encontrar más información sobre el Plan Nacional de Ciudades Inteligentes cuyo objetivo último es maximizar “el impacto de las políticas públicas en TIC para mejorar la productividad y la competitividad y transformar y modernizar la economía y sociedad españolas, mediante un uso eficaz e intensivo de las TIC por la ciudadanía, empresas y administraciones”.  Nuestro país se ha convertido en referente en indicadores de numerosas tecnologías.

Pero no es sólo España quien tiene planes de implementación de Ciudades Inteligentes, en el Informe se mencionan varios casos de ciudades de Latinoamérica.

Ámbitos de inteligencia urbana

El posicionamiento en la red de ciudades inteligentes se vincula con la tradición de excelencia urbana. También requiere la operación empresarial de servicios e infraestructuras a escala global. En cada ámbito: medio ambiente, movilidad, seguridad, sanidad y salud, educación, economía, gobierno; la acción particular debe ser capaz de articular iniciativas diversas. En el informe encontrarán más información al respecto en los distintos subapartados de este punto.

Conclusiones

Hacia la inteligencia urbana Las dos revoluciones cuya existencia apuntamos al comienzo de este ensayo, urbana y digital, han venido para quedarse. Sus repercusiones en las ciudades son múltiples e imprevisibles. Destacan las  políticas de inteligencia urbana realistas y vinculadas al capital material, social, institucional y simbólico existente. De ahí la importancia de vincular las estrategias de transformación de una ciudad hacia un modelo inteligente basado en buenas prácticas y no en paradigmas de sustitución o supuestas transformaciones radicales “revolucionarias”.

 

Fuente: OBS Business School

 

 

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