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Los exámenes no sirven para aprender

Normalmente, después de las vacaciones de navidad y de la relajación que esos días suponen, llegan los temidos exámenes finales. No obstante, desde que se implantó el plan Bolonia y lo que ello introdujo, muchos estudiantes se preguntan si vale la pena ese esfuerzo de última hora o incluso cuestionan el sentido de estos exámenes finales.

Ya hace 6 años que se implantó dicho plan (Espacio Europeo de educación superior EEES), intentando que los alumnos desarrollen más competencias prácticas y no absorber conocimientos en grandes dosis, sustituyendo exámenes por trabajos. Así pues, con unos años para poder valorar cómo funciona, ¿realmente ha cambiado la forma de evaluar a los estudiantes o los exámenes finales siguen teniendo tanta importancia como antes?

Según un estudio del Ministerio de Economía y Competitividad sobre el impacto de los diferentes métodos de evaluación educativa en el desarrollo de las competencias en la universidad, el examen sigue siendo el sistema de evaluación más utilizado en España, aunque los alumnos lo consideran muy poco útil para el desarrollo de sus competencias. Nati Cabrera, doctora e investigadora en tecnología y educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), participó en dicho estudio y, en este aspecto, piensa que “si enseñamos bien con actividades más participativas y creativas, con resolución de problemas, poniendo en juego la capacidad crítica de los estudiantes, un examen final para vomitar contenido no tiene ningún sentido”.

El estudio dejó varias conclusiones a analizar, pero una de las más destacadas es que los estudiantes no ven los exámenes como una oportunidad para aprender, lo ven más como una herramienta de los docentes para poner una calificación a cada alumno, en cuyo caso valoran más la capacidad de memorizar y “vomitar” sobre el papel que el hecho de saber realmente lo que están absorbiendo. Cabrera, por su parte, considera que los profesores siguen confiando demasiado en los exámenes, aunque la información que aportan no sirve para que los estudiantes puedan mejorar, ya que una vez tienen la nota el proceso ha finalizado.

Aprendizaje más continuado y menos intenso

De momento, el plan Bolonia se aplica de forma diferente en cada centro o incluso en cada asignatura, cuando no debería ser así. Los estudiantes reclaman una evaluación continuada real, pero esto no significa que en vez de un examen semestral, se hagan tres. Para Cabrera, “la evaluación ha de ser una herramienta útil para mejorar, un instrumento que establezca un diálogo entre el profesor y el estudiante, que a lo largo del proceso vaya viendo qué va aprendiendo y qué debe rectificar”.uoc

Por otra parte, Modesta Pousada, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, asegura que absorber todo el contenido, empollar para repetir o vomitar lo que se sabe, no es un aprendizaje significativo, y precisamente el cambio de Bolonia lo que intenta es que el aprendizaje sea significativo, que tenga sentido, que no tengas que aprender un contenido teórico de memoria, sino que el conocimiento sirva para resolver situaciones reales.

Por tanto, y volviendo a la pregunta que se planteaba al principio, para Pousada “los famosos esprints de última hora cada vez tienen menos sentido”. Además, considera que, de este modo, “se tienen muchas más garantías de que lo que se aprende realmente se asimila”. La profesora de psicología asegura que hay estudios que demuestran que “la práctica distribuida es mucho más efectiva que la práctica masiva”, por lo que si se espacian más las horas de estudio, se puede llegar a aprender lo mismo invirtiendo menos horas. Lo que para Pousada es evidente, es que días antes del examen “no es el momento de resolver lo que no se ha hecho durante el curso, aunque puede servir para detectar lo que se ha de repasar”.

Fuente: UOC News

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