Encuentra tu curso ideal

9%

¿Qué quieres estudiar?

Oratoria: «Los discursos no los escucha nadie»

Numerosas han sido las ocasiones en que me encontré con gente angustiada porque debía dar un discurso para un acto solemne y casi nunca faltó alguien que le dijera: “no te preocupes, total, los discursos no los escucha nadie”. La interpretación de este enunciado podría ser: Puedes decir la cantidad de estupideces que quieras, aún de la peor manera, ya que , de cualquier modo, no te escucharán.

Te advierto que esta aseveración es en gran parte falsa. Si bien la predisposición para escuchar a alguien que se te para enfrente con un papel, puede ser tan nula, como cuando te entregan un panfleto en la vía pública, algunos panfletos has leído ¿no es así?

El busilis radica, a mi entender, en la idea de que el discurso es algo solemne que se lee de un papel. ¿Sabes una cosa? Esta visión es, además de obsoleta, falsa. Te cuento que hay modos de asegurarte de que la gente no solo escuche tu discurso, sino que lo disfrute.

 

He aquí una serie de ítems a seguir:

1-Traza un objetivo (¿Qué quieres lograr en los demás con tus palabras?)

2-¿Qué mensaje deseas transmitirles? (¿Para qué les dices lo que les dices?)

3-Solemne no significa acartonado ni distante.

4-Si extractas aspectos históricos o de carácter bibliográficos, que sean muy breves.

5-Señala tus puntos de vista frente a ellos.

6-Utiliza preguntas retóricas y cuando las hayas formulado observa al público sin decir palabra, al menos por cinco segundos. Procura que dichas preguntas revistan carácter reflexivo.

7-Busca y menciona ejemplos bien concretos sobre el tema en cuestión.

8-Si sabes algo del público, que ellos no saben que conoces, pero que les sería de grata sorpresa que lo  mencionaras, hazlo.

9-Por último, y esto es casi casi lo más importante: no leas. Si. Así es, no leas. Nunca leas un discurso si deseas que alguien te escuche. ¿Te sientes bien en una charla cuando los que hablan no te miran? Imagina que un amigo llegara a tu casa y se parase frete a ti, a leerte todo lo que le ocurrió ese día. ¿No quisieras acaso, que por fin dejara de lado la hoja y se decidiera a hablarte a ti? ¿Por qué creer que el público no desea lo mismo al ver a un orador con un papel frente a sus ojos?

Un discurso escrito se elaboró antes, sin un público. Se puede leer con él o sin él, da igual. La gente se siente atraída cuando tiene la sensación de que le hablan a ella, no a cualquiera.

Vuelta al principio: ¿Recuerdas el primer ítem? Claro que si. Piénsalo de nuevo ¿Cuál es ahora tu objetivo a la hora de decir un discurso? Si es tan solo salir del paso, los demás ítems no revisten consideración. Si por algún motivo, en cambio, se te ocurre que quieres que te escuchen, por favor ten en cuenta el artículo que acabas de leer.

Deja un comentario