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¿Por qué es necesaria una pedagogía diferente en la escuela de hoy?

La educación en la actualidad apenas ha cambiado su estructura básica desde sus inicios en la revolución industrial. El modelo educativo actual sigue el sistema organizativo de las primeras fábricas, donde todo está separado y clasificado. Existe separación por grupos de edad, separación por asignaturas, separación por horas y, hasta hace poco, separación por sexo.

¿Realmente pueden seguir siendo adecuados estos modelos educativos anclados en sociedades de siglos pasados?

Durante las últimas décadas, son muchos los cambios que ha ido sufriendo el sistema educativo y las metodologías pedagógicas como son:

  • Nuevas tecnologías: se han incluido y adaptado en los nuevos programas educativos las pizarras electrónicas, los netbooks, los proyectores para presentaciones audiovisuales, etc.
  • Nuevos cursos de capacitación para profesorado
  • Mejora de las estructuras y el mobiliario de las aulas y espacios comunes así como los materiales de uso del alumnado como ordenadores portátiles, libros más actualizados, etc.

Nada parece acabar de dar buenos resultados en la pedagogía del aula y es que este tipo de cambios solo ha conseguido poner pequeños parches a un problema de paradigma en la educación.

Como decía Albert Einstein: «Si buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo».

El profesorado, en la actualidad, a pesar de estar preparado con formaciones y cursos, siente que su vocación y función en el aula tiene algunos problemas, como son:

  • Sobrevaloración de los libros de texto: un libro de texto siempre es una guía básica y esencial para la mayor parte de aprendizajes, pero no es el único recurso ni el más importante para poner en práctica dentro de un aula.
  • La distribución de las aulas: las aulas están distribuidas de forma rígida, poco dinámica y de cara al docente que parece ser el centro de atención y el único educador del proceso de enseñanza – aprendizaje. Tanto los profesores como los alumnos se encuentran en posiciones de educadores y de educandos de forma continua en cualquier proceso de E – A.
  • Falta de reflexión: el alumno tiene que aprender la teoría establecida sin derecho ni opción a la duda, cuestionamiento y/o reflexión, y se rompe así un proceso natural y realmente útil en el que el estudiante comprende y reflexiona sobre la teoría que es cambiante y en ningún caso estática y 100 % verdadera.
  • Aislamiento de la realidad: en algunos casos, poco tiene que ver el aprendizaje que se realiza dentro de las aulas ordinarias con la realidad cambiante exterior. Parece que lo único que se valora y, en consecuencia, a lo que se le dedica más tiempo, es la realización de un programa preestablecido, en muchas ocasiones sin la aprobación del profesorado.
  • Sobreexplotación de los resultados: parece que el principal y único valor que tiene la educación es la evaluación de esas competencias y habilidades, y se quita importancia al procedimiento mientras se sobreestima en muchos casos la calificación numérica.
  • Uniformidad: los alumnos deben de seguir una evolución preestablecida donde alguien decide qué, cómo y cuándo hay que desarrollar una capacidad o habilidad, sin tener presentes los procesos y las diferencias individuales de cada uno de los alumnos.
  • Olvido de las emociones: parece que nos hemos olvidado de que, al final, estamos tratando de facilitar el proceso educativo de enseñanza de seres humanos con emociones, sentimientos y pensamientos. Estos en cualquier dinámica del aprendizaje no solo deben tenerse presentes, sino que deben formar parte importante de la metodología.

Finalmente, nos damos cuenta de que educar es mucho más que aprender nuevos conceptos, memorizar ciertas teorías y demostrar habilidades. Es necesario tener muy presente que la función del profesor es la de educador y no la de capacitador.

Todo esto nos ha llevado finalmente a la aparición de varias nuevas pedagogías en el siglo XX y XXI que sitúan al alumno en el centro real y activo del aprendizaje dinámico y colaborativo, valorando sus aptitudes y actitudes diferenciales y dando importancia a sus emociones y pensamientos, que acabarán tomando sus propias decisiones desde el aula hasta su vida adulta.

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