No hace muchos años, cuando la palabra internet no estaba ni inventada, también había emprendedores. Sí, parece mentira, pero se creaban empresas y la Tierra ya giraba sobre su eje. En esa época, los que querían sacar adelante un proyecto se dirigían al banco y pedían financiación. En muchos casos, el banco no lo veía claro y el emprendedor tenía que acudir a las 3 F: Family, Friends & Fools (familia, amigos y locos).
Por suerte, en la actualidad contamos con más recursos y oportunidades para llevar a cabo aquella idea disparatada que nos ha rondado siempre la cabeza o aquel negocio que nunca nos atrevimos a lanzar. Buena parte de que miles de pequeños proyectos de todo el mundo hayan acabando viendo la luz se debe al crowdfunding, o la financiación colectiva. El crowdfunding es un sencillo sistema de cooperación a través del cual el creador de un proyecto espera poder llevarlo a cabo tras reunir dinero de personas que no conoce, pero que apuestan por él. A cambio de la participación, estos pequeños mecenas reciben recompensas no monetarias o descuentos importantes del producto si finalmente se acaba comercializando.
El crowdfunding tiene lugar en internet. Existen numerosas plataformas en las que los emprendedores exponen su idea y los internautas las leen y deciden apostar (o no) por una o más de una. Cada caso se plantea como una carrera, ya que el creador del proyecto tiene un plazo limitado para recaudar la financiación, y por ello debe hacerla atractiva en un mar de proyectos interesantes. Las ventajas del crowdfunding es que el emprendedor no se hipoteca con ningún banco, y que además si consigue la financiación necesaria significa que el producto o servicio en cuestión puede venderse bien en el mercado. Pero, ¿qué debemos hacer para conseguir el dinero que necesitamos? Aquí van algunos consejos.
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