Hace unos meses llegó a nuestra consulta un caso grave, impactante, uno de esos que activan la alarma del psicólogo y lo movilizan a prevenir la aparición de trastornos derivados del trauma; uno de esos cuyo pensamiento automático inicial es aquel tan conocido, verbalizado y generalizado: “¡¡¡QUÉ PENA!!!”; Uno de esos complicados a los que el profesional cree estar emocionalmente acostumbrado y se sorprende… ; uno de esos que le recuerdan a uno que la autorregulación emocional del terapeuta es imprescindible para la correcta realización del proceso terapéutico…