Si el trabajo se acumula sobre tu mesa, nunca sales a tu hora de la oficina y la motivación hace mucho que salió huyendo, lo más probable sea que tu productividad laboral esté descendiendo a niveles preocupantes. Lo peor cuando esto ocurre es que entras en un círculo vicioso, la frustración por no sacar tus tareas adelante provoca estrés y éste no ayuda nada a mejorar la situación. Será fácil entonces que procrastinar entre a formar parte de tu rutina; es decir que cualquier excusa absurda te sirva para aplazar una y otra vez lo que tienes que hacer sumiéndote en un «para luego» eterno mientras te dedicas a mirar al techo.