En las últimas décadas, el número de universitarios europeos que se va un tiempo a estudiar al extranjero se ha incrementado espectacularmente. Un ejemplo de ello es el hecho de que en 1987 participaron unos 3.200 estudiantes en los primeros intercambios Erasmus, mientras que hoy en día cerca de 270.000 estudiantes se van cada año con este programa para realizar una estancia en otro país de la Unión Europea. España encabeza el ranquin de estudiantes enviados al extranjero mediante el programa Erasmus, con unos 40.000 participantes anuales.
Estudiar en otro país es, sin lugar a dudas, una experiencia inolvidable tanto en el ámbito académico como en el terreno personal. Es inolvidable, normalmente, porque se trata de una experiencia altamente positiva. Sin embargo, no siempre es así; para evitarlo, y con la voluntad de ayudarte a tener una experiencia fantástica, te ofrecemos tres consejos básicos:
1. ¡Aprende el idioma!
En un mundo ideal, antes de marcharte tendrías un dominio funcional de la lengua del país de destino. No obstante, en muchos casos esto simplemente no es posible. Según un estudio reciente de la Erasmus Student Network, solo un 33 % de los participantes en este programa hacen cursos del idioma del país anfitrión antes de llegar, y si la lengua no es una de las «grandes», es decir, el inglés, el alemán, el francés, el español o el italiano, la proporción se reduce a solo un 19 %.
De hecho, muchas universidades de países de habla no inglesa ofrecen programas en inglés, por lo que podrías pensar que realmente no es necesario saber la lengua local. Si bien esto puede ser cierto en el ámbito académico, personalmente el hecho de tener ciertos conocimientos del idioma del país, aunque sean muy básicos, te ayudará muchísimo en el día a día y mejorará tu experiencia de manera sustancial. Por lo tanto, si no puedes asistir a cursos antes de irte al extranjero, apúntate a clases cuando llegues al lugar de destino y aprovecha cualquier ocasión para poner en práctica tus conocimientos: en las tiendas, los mercados, los cafés, los restaurantes, etc. ¡No te arrepentirás!
2. ¡No te aísles!
Cuando llegues a la universidad de destino, conocerás a otros estudiantes de muchos países de toda Europa, del mundo y seguramente también de España y convivirás con ellos. Con estas personas pasarás mucho tiempo descubriendo la ciudad y el país donde habéis ido a parar, compartiendo experiencias, hablando de vuestros problemas e inquietudes y, por supuesto, estudiando. En definitiva, cuando termine tu estancia volverás a casa con muchos amigos nuevos de muchos países diferentes. Esto hace que la experiencia sea todavía más enriquecedora.
La contrapartida, sin embargo, es que en este entorno internacional es muy fácil aislarte de un grupo muy importante: la gente del país anfitrión. Por lo tanto, también debes realizar un esfuerzo para conocer a estas personas y participar en actividades, si realmente quieres conocer el país. Por ejemplo, te puedes apuntar a hacer un intercambio lingüístico (tandem exchange), y así podrás ayudar a estudiantes autóctonos con el español (o quizás incluso el catalán) y, a cambio, ellos te ayudarán a aprender su lengua. Es una muy buena manera de hacer amigos. Podrás obtener más información en la Oficina de Relaciones Internacionales, donde también podrás conocer otras actividades y asociaciones de estudiantes que te pueden interesar.
3. ¡Estudia!
Por último, también hay que estudiar. Tal vez se trata de una obviedad, pero con las ganas de conocer otro país, otra lengua, otras personas y otras maneras de hacer se puede perder de vista la razón principal de la estancia. Es evidente que, con tantas novedades, es fácil que la estancia pueda convertirse en un tiempo perdido académicamente hablando. Debes tener siempre presente que se trata de una oportunidad única para recibir unos contenidos, una perspectiva y un enfoque sobre tu campo de especialización probablemente muy distintos de lo que es habitual en tu universidad de origen. ¡Hay que aprovecharla!
