Ganarse al público... en un fin desemana!

Hacerse oir siendo uno mismo.
La diferencia entre el público y el espectador es más que notable. Mientras el primero está ahí, «al bien que le quieran hacer», el segundo está a la expectativa, vigilante, sabiendo que algo ha de pasar, incluso a veces sabiendo qué es exactamente lo que ha de pasar.
Por eso nos gusta sorprender y ser sorprendidos.
Y lo que sorprende, siempre, siempre, siempre… lo que sorprende y cautiva es la personalidad, mucho más y mejor que la persona, esa forma nuestra de mostrarnos ante los demás que en muchas ocasiones es simultáneamente síntesis y tensión: entre lo que se espera que hagamos y lo que nos gustaría hacer, entre lo ‘razonable’ y lo que ‘nos pide el cuerpo’.

No hay una fórmula para hablar en público, ni un recetario de técnicas o trucos para captar la atención del auditorio… ganarse al público no es una cuestión mecánica, es tan fácil como aprender a poner la propia personalidad en escena… asequible… accesible… ¿imposible?
Fascinante... siempre, siempre, siempre... fascinante.