El futuro del mundo laboral está viviendo —y vivirá aún más en los próximos años— profundas e intensas transformaciones. Los motivos son dispares: des de los desarrollos de la tecnología digital hasta los efectos de la globalización, pasando por los notables cambios demográficos. Todos estos factores suponen un reto para los futuros trabajadores, los empleados actuales y, especialmente, para el mundo laboral y empresarial.
ES EL MOMENTO IDÓNEO PARA FORMARSE EN DESARROLLO WEB
Seguramente, el cambio más profundo está siendo el propiciado por el el impacto de la tecnología, la digitalización y la robótica. Un buen ejemplo de ello es el informe The Aging PC Effect-Exposing Financial Impact for Small Business elaborado por TechAisle, según el cual los portátiles anticuados pueden costar a las empresas más de 4.203 dólares al año por cada tres PC, solo en costes de mantenimiento y en productividad perdida.
Hoy en día ya es innegable el poder de la tecnología y el entorno digital. “Si no está en internet, no existe”, se dice en Silicon Valley, la meca estadounidense de las empresas tecnológicas digitales y la cuna de gigantes como Apple o Microsoft. Son innumerables los estudios que sostienen que la intensidad en la aplicación de nuevas tecnologías y la creación de un sitio web están directamente relacionadas con el aumento de las ventas, los índices de producción y el valor de mercado de las empresas. Actualmente, una página web abre la puerta a millones de posibilidades con un coste reducido. Representa un gran escaparate acorde con la forma en la que los consumidores se relacionan ahora con las marcas. Una relación que se ha transformado por completo.
Aunque todo el mundo reconoce la importancia del sitio web, no tantas personas saben discernir entre un diseñador y un desarrollador web. Y su trabajo es muy distinto. Estos dos perfiles profesionales se dedican a la creación de webs, pero sus funciones son diferentes. Eso sí, se necesitan el uno al otro para poder ejecutarlas.
A grandes rasgos, un diseñador web —como su nombre indica— es quien formalmente diseña la página. Su principal tarea es la atribuida a los antiguos directores de arte. Elige formatos, colores, tipografías y los espacios donde debe colocarse cada elemento (menús, textos, fotos, banners, botones…), entre otros. Generalmente, ocupan su día a día en crear contenidos gráficos como infografías, vídeos e imágenes tratadas para armonizar con el resto de contenidos. Su trabajo exige conocimientos de usabilidad —facilidad de uso— y de programas de retoque fotográfico (Photoshop), de diseño vectorial (Illustrator) y gestión de código (Dreamweaver), entre otros.
En contraste, aunque de forma paralela, el programador web se encarga de la parte técnica de la web programando todas las acciones que se llevan a cabo internamente, entrelazando, como si se tratara de un esqueleto, los registros, las búsquedas o la indexación de contenidos. Su labor luce menos que la del diseñador ya que no acostumbra a verse a simple vista, pero es totalmente imprescindible para que la página funcione. Dicho en otras palabras, el desarrollador es el responsable de dar sentido a todo lo que el diseñador ha creado anteriormente. Uno propone y el otro dispone.
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Formarte como diseñador web o en aplicaciones significa convertirte en uno de los profesionales más buscados y con mejores salidas laborales en el futuro próximo. El último informe publicado por Gartner muestra un escenario muy positivo para el negocio de las aplicaciones móviles. En 2017, se estima que se producirán más de 268.000 millones de descargas, lo que se traducirá en 77.000 millones de dólares. Así pues, no encontrarás un mejor momento para obtener esta doble titulación y convertirte en administrador de aplicaciones en entornos web y multiplataforma, programador .net, java, php, web y multimedia, desarrollador de aplicaciones para dispositivos móviles o especialista en analítica web.
Fuente: Blog iFP – Grupo Planeta
