Nació en la Universidad de Harvard con la finalidad de que los estudiantes de Derecho se encontraran ante situaciones en las que tuvieran que tomar decisiones, situaciones reales, evaluar actuaciones, emitir juicios argumentados… El Método del Caso, Análisis de Caso o Estudio del Caso, es un método de enseñanza que posteriormente se amplió a distintos contextos, convirtiéndose en un gran instrumento con el que los alumnos aprenden distintas destrezas y adquieren aprendizajes, gracias al protagonismo que adquieren en la resolución de los conflictos.
El Método del Caso está centrado en la investigación del estudiante sobre una problemática real y concreta. Los alumnos deben plantear los remedios a esos problemas. No hay resoluciones malas, siempre que se puedan llevar a la práctica, aunque algunas son mejores que otras. Es un sistema de aprendizaje activo e inductivo. Se trata de conocer datos de un caso concreto real para que los estudiantes sean avezados a conocer, entender y evaluar todo el contexto y las variables que se entrometen.
Un elemento capital para que la metodología funcione es que los alumnos estén predispuestos a colaborar con sus compañeros y que haya diálogo. El diálogo es uno de los fundamentos requeridos para llegar a acuerdos y a la toma de decisiones conjuntas.
Un sistema capaz de modelar a profesionales resolutivos
Sistemas de aprendizaje existen muchos, no obstante, no todos son igual de resolutivos. En Spain Business School la idea principal de usar este sistema, y no otro, es la de modelar a profesionales capaces de encontrar remedios a los problemas. Una solución que encaja con el contexto social, humano y jurídico en el que se desenvuelve el problema.
La evaluación del caso consiste en el planteamiento de problemas verídicos, con sus incoherencias y desórdenes, por lo que no hace falta basar los argumentos en remedios bien fundamentados, con análisis de los resultados. Los alumnos tienen que ser competentes a la hora de defender sus argumentos y reflexionar ante los compañeros y profesores sus respuestas, además de aprender a reflexionar sobre sus propias ideas y mantener una lógica coherente con los planteamientos del resto de alumnos y pedagogos.
Entre las competencias primordiales y las que desarrollan los alumnos, cabe enfatizar la diligencia de la información (aprendiendo a diferenciar entre los datos importantes y los datos secundarios), destrezas intelectuales, aptitudes de comunicación, habilidades de organización, etc. actitudes y méritos del desarrollo profesional (como la autonomía o la flexibilidad), valores de compromiso personal (iniciativa, responsabilidad, etc.), trabajar tanto de manera individual como de manera grupal, etc.
Después de casi una década de trabajo de este sistema en Harvard, queda corroborado que los alumnos salen listos para adaptarse a sus lugares de trabajo y al entorno profesional, aunque no sea el de los dirigentes.
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