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La teoría del Blue Monday

El tercer lunes de enero es considerado por muchos, principalmente en el hemisferio norte, como el día más triste del año, conocido ya como Blue Monday. Pero, ¿es esto real o simplemente una teoría más de tantas? ¿Por qué este día en concreto y no cualquier otro?

¿Qué es el Blue Monday?

El término nació en 2005 en el sur de Reino Unido, concretamente en Gales. Cliff Arnall, un profesor de la escuela de psicólogos de la universidad de Cardiff afirmó haber hallado una “fórmula matemática para determinar el día más triste del año”. La empresa de viajes Sky Travel, ya desaparecida, le contrató para que determinara el día ideal para planificar las vacaciones de verano. Una cosa llevó a la otra, y acabó encontrando el día más deprimente del año.

Este día se ubica en enero, según Cheater (2019), debido a que hay una sensación de desánimo después del período festivo, muchos tienen problemas de deudas, los días son cortos y empieza a oscurecer muy pronto, además de las bajas temperaturas y el darse cuenta de que no se han cumplido parte de los objetivos marcados la nochevieja anterior. En definitiva, por una serie de acontecimientos comunes para todos, es el día que más tristeza se puede acumular.

Como apunta Pettengill (1993) la teoría del Blue Monday es asociada, además, a creencias sociales generalizadas sobre los patrones de humor en los días laborales. El viernes es el día esperado por todos porque comienza el fin de semana. Sin embargo, el lunes representa el comienzo de la semana laboral y, por ende, en la sociedad, los lunes son asociados con el día más deprimente de acuerdo con este autor.

El Efecto lunes

Pettengill (1993) señala un estudio de la Universidad de Boston en el que monitoreaban la salud de unas 5.000 personas durante más de 40 años. Sus resultados mostraron que más de la mitad de los accidentes cerebrovasculares tenían lugar un lunes. Además, en Japón se realizó otra investigación cuyos resultados indicaron que la tasa muertes por suicidio en hombres era más alta los lunes. De hecho, la proporción de suicidios disminuía a lo largo de la semana (Tadahiro et al, 2009). 

Esos resultados son, de alguna forma, similares a los encontrados por Kim et al. (2918) al estudiar causas de muerte entre 1997 y 2015 en la República de Corea. La muerte accidental se utilizó como grupo de control y se calculó la probabilidad de suicidio en cada día de la semana según grupo de edad. Se utilizaron un total de 377,204 muertes (188,601 suicidios y 188,603 muertes accidentales). La frecuencia de suicidio fue más alta el lunes y disminuyó durante la semana hasta el sábado. La muerte accidental fue mayor el sábado y no mostró variaciones según el día de la semana. Para las personas en la adolescencia y los 20, las probabilidades de suicidio el lunes eran un 9% y un 10% más altas, respectivamente, que las del domingo. Estos grupos de edad tuvieron las mayores diferencias en los márgenes de suicidio entre el lunes y el domingo. Aquellos en la adolescencia eran en su mayoría estudiantes, mientras que aquellos en sus 20 estaban en colegios o universidades, buscando empleo, trabajando en puestos temporales o recién comenzando una carrera. A medida que aumenta la edad, se atenúan las diferencias en la probabilidad de suicidio según el día de la semana. 

Además del suicidio y la depresión, los efectos tangibles del día de la semana (es decir, el lunes) en la salud también se han confirmado consistentemente en estudios de salud cardiovascular (Capodaglio, Gallerani, Fedeli y Manfredini, 2016; Manfredini et al., 2010; Peters, McQuillan, Resnick y Gold, 1996). Aunque los mecanismos biológicos no se han dilucidado por completo, se han propuesto relaciones bidireccionales entre estrés, ansiedad y depresión para explicar la aparición frecuente de eventos cardiovasculares los lunes (Bodis, Boncz y Kriszbacher, 2010; Patel et al., 2013; Thurston, Rewak y Kubzansky, 2013; Tully, Cosh y Baune, 2013).

Según Elfering et al. (2020), el efecto lunes se manifiesta también en el rendimiento cognitivo. En comparación con otros días de la semana, los lunes, por ejemplo, tienen un mayor riesgo de que los evaluadores de diagnóstico pasen por alto las anomalías celulares o que los controladores ferroviarios cometan errores. Muchos errores en el trabajo ocurren durante el cumplimiento de tareas rutinarias y apuntan a deslices de atención o pérdida de la memoria de trabajo. Se ha demostrado sistemáticamente que este tipo de insuficiencia cognitiva en el lugar de trabajo es un antecedente de accidentes durante el viaje al trabajo y de regreso a casa y predice lesiones menores en el trabajo, durante los deportes después del trabajo y caídas domésticas.

Curiosamente, se podría considerar que el lunes por la mañana es un momento en el que las personas están frescas y de buen humor después de haberse recuperado de las demandas laborales durante el fin de semana. Sin embargo, el estado de ánimo del lunes parece ser más bajo que en otros días laborales y esta diferencia parece ser bastante universal. Ese estado de ánimo más bajo parece ir acompañado de una mayor fatiga. Rook y Zijlstra (2006) informaron que los niveles medios de fatiga fueron los más altos el lunes y martes y disminuyeron hacia el final de la semana. Al observar el lunes por la mañana, los niveles de fatiga a menudo son más altos porque las personas han dormido hasta más tarde el fin de semana y eso «parece tener un coste posterior al retrasar el ritmo circadiano, retrasar el sueño el domingo por la noche y aumentar la somnolencia y la fatiga durante el día», el llamado “Monday Morning Blues”.

Se informó que el efecto lunes en general y el Blue Monday en particular estaban asociados a factores estresantes relacionados con el trabajo. En particular, las condiciones sociales adversas de trabajo tienen el potencial de causar estrés a través de una amenaza percibida a uno mismo y, por lo tanto, pueden desviar la atención de los objetivos de cumplimiento de tareas hacia objetivos de autoprotección que obstaculizan el funcionamiento cognitivo. 

¿Es el Blue Monday real?

Sin embargo, quizás no debiéramos tener en tanta consideración esta hipótesis del Blue Monday. No porque no sea cierta (no tenemos evidencias suficientes para confirmarla o refutarla), sino porque, en palabras de su creador, Cliff Arnal, “no es particularmente útil predecir el Blue Monday y decir ahí lo tienes». Las profecías autocumplidas tienen gran impacto en la salud mental de las personas y afirmar que el tercer lunes de cada año es el más triste no hará más que invitar a las personas que se sientan así, aunque no tengan motivos para ello.

Eso no ha impedido que las relaciones públicas y las empresas de marketing manipulen el concepto y lo utilicen como una oportunidad de venta, lo que les permite capitalizar el supuesto de que todos se sienten miserables en este día en particular y, por lo tanto, vulnerables a la publicidad. Gastar nuestro dinero, dicen estas marcas, puede ayudarnos a curarnos de este episodio anual de síntomas depresivos.

Pero usar la terminología de salud mental de forma tan superficial puede tener algunos efectos insidiosos. Joan Harvey, doctora en psicología, señala que el trastorno afectivo estacional (TAE) puede hacer que las personas se sientan deprimidas durante los meses de invierno, enfatiza que vincular la depresión a un día en particular es una “tontería sensacionalista”. Stephen Buckley, jefe de información de la organización benéfica de salud mental Mind, agrega que las campañas del Blue Monday a menudo trivializan lo que puede ser una afección grave, debilitante y potencialmente mortal. Buckley agrega que, aunque enero puede ser difícil debido a las tensiones financieras y al fracaso de las resoluciones de año nuevo, estos elementos no deben confundirse con la depresión clínica. “Al sugerir que todos pueden sentirse deprimidos en un solo día, corremos el riesgo de menospreciar las experiencias de quienes viven con una enfermedad grave”.

Fuentes:

  • Cheater, S. (2019). Promoting positive mental health, International Journal of Health Promotion and Education, 57:2, 112-114.
  • Pettengill, G. (1993). An experimental study of the “Blue-Monday” hypothesis. Emporia State University. Vol. 22, p. 241-257.
  • Ohtsu, T., Kokaze, A., Osaki, Y., Kaneita, Y., Shirasawa, T., Ito, T., … & Ohida, T. (2009). Blue Monday phenomenon among men: suicide deaths in Japan. Acta Medica Okayama, 63(5), 231-236.
  • Elfering, A., Gerhardt, C., Pereira, D. et al. (2020). The Monday Effect Revisited: A Diary and Sleep Actigraphy Study. Sleep Vigilance 4, 167–176.
  • Rook, J. W., & Zijlstra, F. R. (2006). The contribution of various types of activities to recovery. European journal of work and organizational psychology, 15(2), 218-240.
  • Kim, E., Cho, S.-E., Na, K.-S., Jung, H.-Y., Lee, K.-J., Cho, S.-J., & Han, D.-G. (2018). Blue Monday Is Real for Suicide: A Case-Control Study of 188,601 Suicides. Suicide and Life-Threatening Behavior.
  • Petter, O. (2020, January 20). Blue monday: Is ‘the most depressing day’ of the year just a PR stunt? Independent.

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