La inteligencia es uno de los conceptos con más significados dentro del ámbito psicológico ya que es de difícil definición.
El tema ha sido abordado desde perspectivas muy diversas: El concepto mismo de lo que es la inteligencia; su origen, ¿es heredada o aprendida?; la naturaleza estática o dinámica de la inteligencia; la definición operativa y la evaluación de la inteligencia; así como la posibilidad de intervención para su desarrollo o mejora; siguen constituyendo interrogantes a los que la investigación trata de dar respuesta.
Es debido a ese carácter multidimensional que el concepto de inteligencia tiene una difícil definición.
Además, a esta dificultad debe añadirse que sus límites son difusos, ya que “inteligencia” abarca aspectos muy amplios y diferentes, que no es posible recoger en una lista exhaustiva.
No obstante, sorprende que, a nivel intuitivo, la concepción implícita que se tiene sobre el tema sea muy semejante: todos coincidimos en las características generales que posee una persona inteligente.
Algunas de las capacitaciones de la persona inteligente serían:
- Dar respuestas que son ciertas u objetivas.
- Desarrollar el pensamiento abstracto.
- Adaptarse al medio.
- Adaptarse a situaciones reales relativamente nuevas.
- Adquirir conocimientos y los conocimientos que se poseen.
- Un mecanismo biológico por el que los efectos de una complejidad de estímulos son presentados al unísono, dando lugar a algún tipo de efecto unificado en la conducta.
- Conseguir capacidades.
- Aprender o sacar provecho de la experiencia.
En cuanto al origen de la inteligencia, heredada o aprendida, existen posturas distintas; aunque la tendencia reciente más compartida es la de considerar esta polémica un tanto inútil.
Donde sí hay acuerdo es en considerar que ambos factores condicionan nuestra conducta, por lo que la cuestión que debemos plantearnos es: ¿hasta qué punto las influencias educativas y culturales que nos provee el medio logran una mejora de la inteligencia?
Fuente: Edeca
