El fenómeno conocido como somatizar consiste en extrapolar de manera inconsciente problemas psicológicos, hasta el punto que nos afectan físicamente. Elementos como el estrés, que nos reportan gran inquietud a nivel mental y psicológico, pueden derivar en enfermedades psicosomáticas y desembocar en síntomas que nos afecten a nivel físico, como si de una enfermedad o lesión puramente del cuerpo se tratara.
La creencia antigua de que el bienestar del cuerpo y de la mente van de la mano adquiere una nueva dimensión con el verbo ‘somatizar’, ya que va más allá de simple malestar o cansancio; estados de ánimo negativos durante un tiempo prolongado pueden traer serios problemas y enfermedades a nuestro cuerpo.
Como tantas enfermedades psíquicas y mentales, el fenómeno de somatización se da de manera prominente en personas con determinados rasgos de personalidad, así como ciertas situaciones que son lo que puede impulsar el proceso. Esos rasgos son:
- Personas con tendencia a la insatisfacción y a la infelicidad, lo que se suele llamar tener afectividad negativa.
- Egocentrismo y dependencia.
- Tendencia al pesimismo, catastrofismo y el negativismo.
Algunos de los trastornos que más tendencia a somatizar emociones ofrecen son la ansiedad o la depresión. Aunque hay circunstancias agravantes, como la toma de fármacos, analgésicos o sedantes principalmente, que pueden generar cierta dependencia, lo que es un serio agravante en estas situaciones.
La somatización, lejos de desembocar exclusivamente en enfermedades, también puede acarrear problemas estomacales, en personas sometidas a estrés, que pasen por circunstancias complicadas, o sometidas a mucha presión y autoexigencia. No poder verbalizar esas sensaciones y sentimientos es nocivo para el cuerpo y genera una tensión que no sale del organismo ni se relaja de ningún modo.
Hay estudios que demuestran que ciertas personas que sufren somatización, experimentan síntomas compatibles con ciertas enfermedades, sin que haya realmente una enfermedad o infección, pero son síntomas que provocan malestar en los pacientes.
Algunos de los problemas más comunes cuando hablamos de somatización son:
- Problemas estomacales o gastrointestinales; como el dolor abdominal, flatulencias, diarrea, hinchazón.
- Dificultades respiratorias y cardíacas, entre las que contamos mareos, taquicardia, dolor en el pecho, sensación de ahogo, entre otros.
- Problemas sexuales, como falta de libido, pérdida del apetito sexual, menstruación irregular, etc.
- Afecciones neurológicas, grupo donde situamos problemas como desfallecimiento, amnesia, debilidad muscular y convulsiones. Estos síntomas constituirían los casos más graves de somatización y los que hay que tratar con mayor inmediatez.
Para dejar de somatizar las emociones hay que prestar atención a las señales que nos manda el cuerpo, que es sabio y siempre lo hace saber si hay algún problema o desequilibrio. Ello pasa por no dejar que las emociones negativas controlen la vida y el día a día, hay que saber perdonarse y avanzar con optimismo.
La previsión es importante; identificar momentos, situaciones y patrones ayuda a prever cuando podemos estar sometidos a ese estrés nocivo, y así podremos evitarlo.
Hay ciertos hábitos saludables, como el ejercicio, estar en contacto con la naturaleza, salir más con los amigos, son algunos hábitos que nos permitirán mejorar el autoestima y reducir el ansiedad.
Por último, es importante dejar salir esas emociones negativas, llorando, hablando con personas allegadas, o con profesionales, pero hay que evitar reprimir esas emociones y quedárselas dentro. .
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