OXÍGENO, salud y enfermad (la EPOC, un problema de salud pública)ed

Directores: José Luis álvarez-Sala Walther, jefe de Servicio de Neumología, Hospital Clínico San Carlos; director del Departamento de Medicina, Universidad Complutense; presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR); vicepresidente del Comité ético de Investigación Clínica de la Comunidad de Madrid; Académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina

José Luis Viejo Bañuelos, doctor en Medicina; jefe de Servicio de Neumología, Hospital
General Yagüe de Burgos

Coordinadores: Emilio Vargas y Fernando Marco

área: Ciencias de la Salud

Patrocinador: Industria Farmacéutica Almirall Prodesfarma

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es una de las enfermedades de mayor prevalencia en el mundo occidental. En España se estima que afecta a un 9% de las personas con más de 40 años y a un 20% de las mayores de 65 años, aunque solo un 22% de los que la tienen sabe que la padece. En realidad, ya que la relación causal de la EPOC con el consumo de tabaco es directa e inmediata, cabe esperar que su frecuencia aumente aún más en las próximas décadas. En nuestro país, por ejemplo, todavía fuman, según la última Encuesta Nacional de Salud, del 2003, un 31,9% de los individuos con más de 16 años (un 39% de los hombres y un 27% de las mujeres), es decir, unos 12 millones de españoles. Y lo que es incluso más preocupante, la mayor prevalencia del hábito tabáquico se encuentra entre los adolescentes y los jóvenes, en los que el porcentaje de fumadores alcanza hasta un 50% en el grupo etario comprendido entre los 16 y los 25 años.

Por otra parte, las repercusiones laborales, sanitarias y socio-económicas de la EPOC son muy importantes y sus consecuencias, por la incapacidad y la morbi-mortalidad que conlleva, también son muy significativas. En España la EPOC es responsable, aproximadamente, de un 10 a 12% de las consultas que se efectúan en medicina primaria y de un 35 a 40% de las que se llevan a cabo en neumología. Además, ocasiona un 35% de las incapacidades laborales definitivas, es la causa de un 7 a 8% de los ingresos hospitalarios y figura en cuarto lugar entre los motivos de muerte (33 fallecimientos/100.000 habitantes/año). Los gastos producidos por esta enfermedad ascendieron, en 1999, a un 2% del presupuesto anual del Ministerio de Sanidad y Consumo y a un 0,25% del producto interior bruto. Se estima que los costes sociales, laborales y sanitarios anuales atribuibles a la EPOC oscilan, en nuestro país, entre 1.500 y 2.000 euros por enfermo y año (unos 3.000 millones de euros en el 2002). Y estos costes no han cesado de aumentar en los últimos años como consecuencia del envejecimiento de la población, del incremento de la prevalencia de la enfermedad y del ascenso del precio de los nuevos fármacos y de las más recientes modalidades terapéuticas. Estas razones, entre otras muchas, convierten a la EPOC y, en sentido más amplio, a los trastornos obstructivos crónicos en un auténtico problema de salud pública. Estos son los datos y los números disponibles, sin duda impresionantes y de gran importancia desde un punto de vista clínico, sanitario y socio-económico. Todos ellos se conocen bien desde hace años por los neumólogos y los cirujanos torácicos y, en general, por todos los expertos implicados en el estudio de esta
enfermedad. Sin embargo, y a pesar de la trascendencia de la EPOC, resulta cuanto menos sorprendente que la mayoría de los españoles la desconozca y, lo que es incluso más preocupante, que algunos médicos no sepan reconocerla de forma correcta, diagnosticarla con seguridad y prevenirla y tratarla con competencia suficiente. Probablemente este desconocimiento explica por qué muchos enfermos, casi un 80% en nuestro país, están sin diagnosticar y, en consecuencia, no realizan tratamiento alguno. Aún más, las últimas estadísticas indican que, entre los bien diagnosticados, no más de un 60% se trata adecuadamente y sigue las recomendaciones y normas publicadas al respecto por las diversas sociedades científicas.

En este sentido, todos los esfuerzos y los proyectos que traten de mejorar esta situación y de facilitar el acceso riguroso al estudio de esta enfermedad son, a nuestro juicio, loables y deben ser bienvenidos. Este “Encuentro” puede ser un buen ejemplo de cómo trabajar en este campo, además de ser una muestra de la utilidad que pueden tener algunas iniciativas concretas dirigidas a actualizar los conocimientos sobre una enfermedad crónica determinada. Creemos que en el programa que se presenta destacan la oportunidad y el interés, no solo médico, sino también sanitario y social. En el programa se pone un énfasis especial en los aspectos clínicos y en los que pueden tener una aplicación práctica inmediata para el médico en su quehacer cotidiano. No se olvidan en el programa los aspectos más relacionados con la repercusión de la EPOC en el ámbito sanitario y social. En nuestra opinión, el “Encuentro” debe tener una buena aceptación y ser, en cierto modo, punto de referencia para los que estén interesados en el estudio riguroso y ordenado de la EPOC o que, simplemente, quieran conocer sus efectos y su repercusión en la esfera personal, laboral, social y sanitarias. Estos motivos son, a nuestro juicio, los que justifican la propuesta y la puesta en marcha del “Encuentro”.

En este marco se inserta el “Encuentro” que se propone, cuyos objetivos específicos se dirigen a cubrir los siguientes aspectos:

1) analizar la repercusión de la EPOC sobre la salud personal y sobre el sistema sanitario español, valorando sus consecuencias económicas y sociales;
2) debatir sobre el tabaquismo como causa primaria de la EPOC;
3) insistir en la importancia del diagnóstico precoz y en la de los medios en los que se basa este diagnóstico;
4) revisar la utilidad de los tratamientos existentes, médicos y quirúrgicos, con especial referencia a las nuevas posibilidades terapéuticas y, sobre todo, a las medidas legislativas aprobadas recientemente por la administración sanitaria española y mundial;
5) diseñar iniciativas sanitarias y sociales que pudieran ponerse en marcha para combatir eficazmente la EPOC;y
6) influir en los médicos, la administración sanitaria, los medios de difusión y la población en general para que se reconozca mejor esta enfermedad, se facilite su prevención y se posibilite su diagnóstico precoz, haciendo ver que todas estas medidas son actividades enormemente eficaces y rentables, que deben potenciarse al máximo por su decisiva repercusión sobre la salud de la población.