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Qué Hacer y Qué Evitar a la Hora de Comunicar el Fallecimiento a Un/a niño/a

Cuando el dolor de la pérdida golpea con fuerza a los adultos, se enfrentan a numerosos retos que no sólo tienen que ver con lidiar con su propio duelo, sino también con cómo afrontar la tarea de transmitir esa pérdida a los más pequeños.

En general, vivimos en una sociedad que trata de proteger a los menores corriendo el riesgo de menospreciar su capacidad para enfrentar situaciones emocionalmente intensas y desagradables (si se les explica adecuadamente la situación respetando su edad mental); subestimamos su capacidad para afrontar el dolor. Sin embargo, el/la niño/a ya ha estado lidiando con pérdidas que le prepararán para enfrentar y superar diversos grados de aflicción, como pueden ser la muerte de una mascota o la pérdida de objetos queridos reales o imaginarios.

Entonces, ¿qué factores influyen en la adaptación del menor a la pérdida?

1. La edad del niño/a en el momento de la pérdida.

2. Características del objeto perdido: si se trata del padre, de la madre, del hermano, de la mascota, del juguete, etc.

3. Relación particular del niño/a con el objeto perdido (grado de apego o familiaridad con lo perdido).

4. Las características de la pérdida (repentina, lenta o violenta).

5. Sensibilidad y ayuda de los miembros supervivientes de la familia ante sus sentimientos y necesidades emocionales.

6. Su propia experiencia de pérdidas anteriores.

7. Su herencia familiar, enseñanza religiosa y cultural.

8. Actitud que ha adquirido (aprendido) a través de la observación de la reacción de sus padres, otros adultos y compañeros/as ante la muerte de otros.

El factor tiempo es crucial, puesto que la edad está ligada a las diferentes etapas de desarrollo mental de los niños/as; por ejemplo: antes de los seis años, no existe el concepto temporal “para siempre”, por lo que el menor vivencia la pérdida como una separación dolorosa y habrá que adecuar la comunicación a su nivel de entendimiento y a sus inquietudes y/o miedos.

También es necesario seleccionar bien las palabras y la forma en que se expresa la pérdida; a continuación, se ejemplifican los errores más frecuentes a la hora de comunicar un fallecimiento a los niños/as:

1. Dios bajando a llevarse a la persona al cielo: Las historias o explicaciones que hacen referencia a «Dios bajando a llevarse a la persona al cielo» no son del todo convenientes; esto tal vez pueda consolar a los adultos, pero les sirve a los niños de muy poca ayuda, incluso les puede aterrorizar el pensar que en un momento dado también Dios puede llevárselos y separarles de sus seres queridos, pues ellos lo que quieren es que la persona amada regrese inmediatamente.  Esta explicación probablemente sólo estimule la desconfianza y el odio hacia un Dios que arrebata a las personas que él quiere y deja a los niños solos.

2. Un ángel feliz: La descripción del hermano muerto como un «ángel feliz», y las discusiones sobre la alegría que ello significa en una familia, por lo demás triste y apenada, sólo sirven para confundirle más y aumentar su pensamiento mágico.codex

3. Estar dormido: Utilizar la palabra «dormir», refiriéndose a la muerte, crea en el niño una ansiedad innecesaria, pues le hace pensar que también él puede morirse mientras duerme y puede generar fobias (p.ej., a la oscuridad).

Se recomienda que los adultos acudan a un/a profesional que les guíe en el proceso de pérdida del menor, quien adaptará la orientación y/o intervención a cada caso particular (p.ej., edad mental, circunstancia de la muerte, grado de apego con la persona fallecida…).El dolor de la pérdida es inevitable, pero se puede influir en las consecuencias de la misma.

 

“Únicamente aquellos que evitan el amor, pueden evitar el dolor del duelo; Lo importante es crecer a través del duelo y seguir permaneciendo vulnerables al amor ”. (John Brantner).

 

 

Fuente: Centro de Formacion en Psicologia Codex

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