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El enemigo del psicólogo/a

Cuando nos especializamos en los diversos campos de la psicología es frecuente escuchar términos como: alianza terapéutica, feedback positivo, refuerzo positivo, etc. Son sin duda claves en el proceso de intervención con el/la paciente, de los que el/la terapeuta hace uso.

También hemos estudiado términos que dificultan la terapia, pero se ha hablado muy poco sobre uno de los factores que inciden en la permanencia o no del/de la paciente en la intervención: el tiempo.

Vivimos en la sociedad de la rapidez: necesitamos conocer un dato, accedemos a google y en unos cuando segundos obtenemos la información; realizamos un pedido, podemos tenerlo al día siguiente en la puerta de nuestra casa; Tenemos una gripe y pedimos cita con el/la médico, esperamos a lo sumo unos días… Todos estos factores nos han convertido en seres humanos impacientes, ansiosos por tener resultados y difíciles a la hora de emprender logros a largo plazo (en mayor o menor medida).

codexPues bien, esto también se materializa en terapia. Pese a que, tras ser exhaustivamente evaluados, la mayoría de los/las pacientes respeta el tiempo de tratamiento, siempre existe una prisa inherente al proceso de cambio. Es entendible desde el punto de vista psicológico, la persona se encuentra mal (estímulo aversivo) y tiene prisa por recuperar el equilibrio; y también desde el punto de vista económico (si la terapia es privada), puesto que el cambio implica un coste. Es por ello fundamental que el psicólogo/a explique pacientemente al paciente cuántas sesiones se estima que deberá superar, cuáles son los pasos de la intervención y que el cambio es paulatino pudiendo existir momentos de dificultad.

Por otro lado, un pequeño porcentaje de pacientes no es capaz de adherirse a la terapia. En estos casos el/la profesional ha de hacer autocrítica: qué ha fallado, cómo puede evitarse en un futuro, porqué ese/a cliente no ha querido volver cuando el problema que le aquejaba sigue estando presente… Es ahí cuando a veces te das cuenta de que algunas personas no están dispuestas a esperar al cambio y si no notan que su estado mejora en las primeras sesiones (algo que es bastante difícil puesto que se incluyen las tareas de evaluación), piensan que están desperdiciando su dinero y su tiempo.

Es por ello fundamental que el/la paciente siempre se vaya “con algo” a casa, incluso durante el proceso de evaluación. Si se detecta que necesita saber la causa, se le provee de una pequeña aproximación explicativa al problema; si precisa que se le infunda confianza, el/la psicólogo/a ha de tratar de explicar el índice de mejoría según estudios contrastados; si quiere hablar, hay que dedicar un tiempo a escuchar… Una lección que se aprende con la experiencia es que puedes ser un gran psicólogo/a y desarrollar el programa de intervención de manera impecable logrando un alto porcentaje de mejoría, pero ningún/a profesional es inmune al tiempo… contra la urgencia de la curación la única cura es que el/la paciente sienta que sus necesidades están siendo atendidas desde el primer momento.

 

“La paciencia es el arte de la esperanza” Luc de Clapiers.

 

 

Fuente: Centro de Formacion en Psicologia Codex

 

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