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Inteligencia Emocional aplicada a las relaciones interpersonales y grupales

La sexta jornada formativa del Máster en Inteligencia Emocional, Psicología Positiva, Neurociencia, Coaching y estudio científico de la felicidad contó con la docencia de Santiago L., experto en Inteligencia Emocional y colaborador del Instituto Psicobiológico, quien realizó un repaso de la historia de la Inteligencia Emocional, incorporando los conceptos de Inteligencia Intrapersonal e Interpersonal e Intragrupal como “medio para optimizar las relaciones humanas”.

Y es que las relaciones humanas pueden ser “predictores de longevidad y salud, uno de los mejores mecanismos de la regulación de nuestra homeostasis, proporcionando un mayor bienestar físico y psicológico”. De ahí que la soledad no sea para nada recomendable –afectaría a nuestro bienestar físico, psicológico y nuestra homeostasis–, ya que los seres humanos “estamos diseñados biológicamente para relacionarnos”. Según el autor Robert Sapolsky, “las personas que están socialmente aisladas tienen unos sistemas nerviosos simpáticos excesivamente activos, y una mayor probabilidad de desarrollar una enfermedad cardíaca”.

En esta formación, Santiago L. profundizó en conceptos que hemos visto en las diferentes jornadas formativas, tales como la personalidad y la salud, los conflictos o los esquemas y distorsiones cognitivas.

Mención especial merece el apartado sobre el ámbito intrapersonal y la enorme influencia de los conflictos con uno mismo. Y es que, “en muchas ocasiones, la mayor causa de conflicto puede estar en el propio individuo (frustraciones, rol de víctima, falta de discernimiento, negatividad, etc.)”, de manera que resulta complicado mantener buenas relaciones con los demás cuando la relación más conflictiva la mantiene el sujeto consigo mismo”.

Aquí entraría, por ejemplo, el concepto del sesgo negativista, que para el autor Haidt es un principio en el que “lo malo pesa más que lo bueno”, de manera que las situaciones y emociones negativas “no sólo se valoran con mayor intensidad, sino que por su contraparte, las situaciones positivas tienen menor capacidad de influir significativamene en el estado anímico”.

Estos conflictos intrapersonales pueden estar causados por problemas de autoestima, autoaceptación o reconocimiento, traumas no superados, experiencias de fracaso, expectativas incumplidas, altos factores de neuroticismo, falta de propósito de la vida, distorsiones cognitivas o por emociones negativas como la envidia, la codicia, los celos o la desconfianza.

El buen uso de las emociones

El experto Santiago L. explica que una de las grandes paradojas del ser humano es la búsqueda de un camino de felicidad, pero a la vez, en este tránsito se suelen generar “conflictos, que en muchos casos son innecesarios, predecibles y evitables, sobre todo si dispusiéramos de adecuadas competencias emocionales”.

Como lo expresaba la Dra. Leticia García en su docencia en el Máster en Inteligencia Emocional multidisciplinar, el conflicto es consustancial a la naturaleza humana y, por tanto, está presente en todas las manifestaciones de nuestra vida (familia, amigos, relaciones de vecindad, trabajo) y en todos los niveles del comportamiento humano.

Los conflictos se dan en todas las relaciones (intrapersonal, interpersonal, intragrupal, intergrupal) y el experto nos cita una serie de elementos imprescindibles para resolverlos, tales como el tener una buena Inteligencia Emocional y Ejecutiva, mantener una actitud de colaboración, empatía, reciprocidad y cooperación, la mediación o la educación en valores éticos.

Resulta importantísimo mantener buenas relaciones en los conflictos interpersonales, y una de las herramientas que más propiciará un resultado positivo es la Inteligencia Emocional, que nos proporcionará no sólo bienestar físico y psicológico, sino también equilibrio del organismo (homeostasis), desarrollo personal, académico y laboral, así como unas mejores condiciones de salud.

En la otra cara, aquellas relaciones interpersonales e intragrupales que son inadecuadas, asimétricas y disfuncionales no hacen sino generar malestar o trastornos psicológicos, además de suponer un freno importante a un mejor desarrollo personal, laboral y académico, una homeostasis comprometida, falta de sentido o propósito de la vida e incluso pérdida de identidad e individualidad.

Las causas frecuentes que están implicadas en los diferentes tipos de conflictos son creencias, ideologías y distorsiones cognitivas, intereses personales y egoísmo, prejuicios, una inadecuada Inteligencia Emocional y Ejecutiva o la incapacidad para modular determinadas emociones (orgullo, egoísmo, codicia, desconfianza, etcétera).

 

 

Fuente: Blog Instituto Psicobiológico

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