Encuentra tu curso ideal

9%

¿Qué quieres estudiar?

Salud mental, bienestar emocional y equilibrio energético

La salud mental está relacionada con el bienestar, la capacidad para mantener una buena regulación emocional y el equilibrio entre todas las áreas de la vida de una persona. La salud mental permite afrontar las vicisitudes de la vida, tomar decisiones responsables e inteligentes y desarrollar el potencial.

Las respuestas emocionales que le damos a la vida influyen en nuestra fisiología para bien o para mal. La razón la encontramos en que las emociones afectan al sistema nervioso autónomo, es decir, al sistema encargado de regular las funciones que se escapan de nuestro control consciente como son la respiración, la temperatura corporal, el proceso de la digestión o el ritmo cardíaco. Así, la manera en la que respondemos a nuestras emociones y el modo en el que reaccionamos ante ellas nos afecta y condiciona nuestra calidad de vida.

Las cuatro dimensiones del ser humano

Hoy día, desde los análisis de ciencias como la física cuántica o la psicología moderna sabemos que no somos entes separados y que estamos completamente conectados. La vieja idea de Descartes de separar el cuerpo de la mente ha quedado trasnochada y no tiene validez. Por ejemplo, sabemos que las emociones expansivas y los sentimientos asociados a la idea de que podemos superar los obstáculos de la vida tienen un efecto mitigador del estrés tóxico, ya que frenan y disminuyen la sobrecarga del sistema cardiovascular. Una persona optimista adopta estrategias y formas de abordar la vida relacionadas con la superación y con el convencimiento de que va a salir adelante porque de todas las situaciones que experimente aprenderá algo útil. 

Los problemas cardiovasculares, fruto de la tensión y de la velocidad con la que vivimos, de la autoexigencia y de la presión autoimpuesta, son constantes en Occidente. De hecho, en la década de los años 50 del siglo XX los cardiólogos Friedman y Rosenman llevaron a cabo unas investigaciones en las que pusieron de manifiesto que existe un vínculo y una relación entre alteraciones del corazón y enfermedades coronarias en personas que reúnen un perfil ambicioso, irascible, impaciente, impulsivo e inquieto y viven apuradas por el tiempo, o más bien por el concepto de exigencia que tienen sobre el tiempo. Estas personas siempre están preparadas para entrar en acción y eso les impide relajarse y calmarse, entrando, de esta manera, en un círculo insano, perjudicial y enfermizo.

La mente, las emociones, el cuerpo y la energía son las cuatro dimensiones del ser humano, las cuales están interconectadas, se relacionan de forma constante y se influyen. Una persona sana es aquella que mantiene una armonía y un balance óptimo entre las cuatro dimensiones.

Wilhem Reich, el padre de la Bioenergética, afirmaba que todo síntoma físico tiene una repercusión emocional y mental, y viceversa. Los sentimientos mal digeridos, mal asimilados o mal expresados se convierten en un quiste energético emocional que genera un efecto bloqueo.

Muchos bloqueos mentales o emocionales que hemos experimentado a lo largo de la vida, mantienen su repercusión en nuestras membranas craneales internas y en otras áreas del organismo. Estas tensiones profundas e internas están constantemente activas. Se mantienen tensas las 24 horas del día y nos agotan, además de degenerar los tejidos e impedir la libre circulación de los líquidos en nuestro organismo.

Los sucesos impactantes implican tensión somática, lo que tiene repercusiones y consecuencias mentales y emocionales. Es posible que estemos llenos de energía psíquica reprimida o no asimilada por todo el organismo, debido a situaciones no aceptadas o mal gestionadas, lo que provoca una acumulación de estrés en el cuerpo, que deteriora la salud en todas las dimensiones del ser humano.

Por eso es esencial reflexionar acerca del tipo de vida que llevamos y de las presiones que nos sobrevuelan. Las personas felices experimentan menos ira y estrés, lo que evita que su presión arterial se dispare más de la cuenta y frenan la liberación de hormonas que son dañinas en exceso, como el cortisol.

Vivir el presente

Dirigir la atención al presente desarrolla la meta-conciencia, es decir, la capacidad de saber dónde está nuestra mente en un momento dado. La atención consciente entrena la capacidad de dejar de rehuir de lo negativo, nos ayuda a quedarnos en el presente y nos invita a experimentar lo que está pasando. Esto construye la auto-conciencia y hace que podamos tomar decisiones más conscientes y productivas. 

Sin embargo, gran parte del tiempo no estamos prestando atención a lo que nos está sucediendo, y experimentamos los minutos y las horas sin atención ni conciencia. Así, perdemos nuestro presente imaginando qué haremos en el futuro, elaborando planes o confundidos en medio de preocupaciones. También se nos escapa el presente al concederle protagonismo al pasado, recordando experiencias o no pasando página sobre determinados asuntos. Somos expertos en proyectar y en recordar, e inexpertos en habitar el presente. Ser conscientes del presente, de lo que hacemos, decimos, pensamos y sentimos es lo que hace que participemos en nuestro día a día, aprendamos de todas las experiencias y gocemos de salud y de plenitud.

Una práctica saludable

Una forma de construir la conciencia del presente y aumentar nuestra salud mental es aprender a mirar debajo de la superficie de nuestras experiencias. Acostúmbrate a hacer paradas conscientes a lo largo del día. Puedes empezar tu entrenamiento haciendo tres paradas: una por la mañana sobre las 12:00, otra a las 17:00 y otra a las 21:00. En esas horas fijadas deja lo que estés haciendo, cierra los ojos, revisa tu nivel de energía e identifica cómo te sientes corporal y emocionalmente. Este pequeño ejercicio ayuda a que las personas miren por debajo de la línea de flotación de sus problemas y de sus egos, y presten atención a su interior. 

Expresar para desbloquear

Los seres humanos sentimos emociones, percibimos sensaciones y elaboramos pensamientos que necesitamos expresar y comunicar. Todo es una corriente de energía en libre circulación, activa, viva, fluyendo y expandiéndose. 

La vida es una constante correspondencia de campos de energía interactuando. Por tanto, hay que permitir el libre discurrir de las energías. Cuando reprimimos la expresión de las emociones o de los sentimientos bloqueamos parte de la corriente energética, que envuelve nuestro organismo. 

Tenemos que aprender a descargar nuestros sentimientos y emociones de forma adecuada, mejorando y aprendiendo cada vez más de ellos. Nuestra evolución depende de adquirir la experiencia emocional y mental correcta de los hechos que experimentamos en la vida. Se trata de poder vivir y actuar sin las cargas emocionales o mentales negativas que nos afecten a la hora de relacionarnos con nosotros y con los demás. 

Nuestro mundo es un complejo entramado de emociones, sentimientos, pensamientos y acciones, que se enlazan formando encrucijadas que hay que gestionar. Todos podemos fortalecer de forma intencionada, consciente y deliberada nuestra capacidad para experimentar y maximizar lo positivo, mejorando, con ello, nuestra salud física, emocional, social y mental. En nuestra mano está la posibilidad de abrir una nueva realidad y allanar el camino para alcanzar un estado de conciliación interior entre todas las dimensiones y áreas de nuestro ser.

Escrito por:

Dra. Helena López-Casares Pertusa

Doctora Neurociencia Cognitiva Organizacional

Universidad Europea

Deja un comentario