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Trabajar las emociones solo en edades tempranas es quedarnos a la mitad del camino

Las emociones son procesos psicofisiológicos, que se dan en nuestro organismo gracias a la liberación de hormonas y neurotransmisores, producidos por estímulos. Su función evolutiva de supervivencia y adaptación al medio que nos rodea, hacen que sean muy importantes en la vida del individuo.

Los sentimientos son los procesos cognitivos que realiza nuestro cerebro para analizar e interpretar de manera subjetiva esas emociones primarias en función de la historia personal y experiencias del individuo. 

 Y por último, las conductas, son procesos subjetivos, racionalizados, conscientes y relacionados con el pensamiento. Son acciones y/o reacciones observables, que pueden seguir patrones, que es posible medir y QUE PUEDEN SER MODIFICADAS. 

Los niños construyen desde las emociones básicas, (que son el sentir) los rasgos de su personalidad, (que corresponden al ser) a partir de ahí y en relación con el medio que les rodea desarrollarán las conductas sociales, (que son el hacer)

Emociones, sentimientos y conductas son extremadamente importantes en el desarrollo personal y social del niño. Si en las aulas solo aplicamos procesos para trabajar  emociones, nos quedaremos a la mitad del camino.

Sabemos que las emociones constituyen un factor importante, en los individuos, influyendo en gran medida en la regulación de la actividad y la conducta del sujeto. Un sujeto con una actitud emocional positiva en la mayoría de los casos se sentirá motivado hacia una actividad también positiva, aunque en edades tempranas no siempre es así… los educadores en muchas ocasiones vemos casos en los que, aunque un alumno se sienta contento:

  • Muerde, porque es su forma de actuar ante esa emoción.
  • O empuja con fuerza, porque para él es un juego divertido.
  • O llora, sin sentimiento de pena, tristeza o dolor, porque es una conducta aprendida, y el camino para conseguir algo que quiere.
  • O simplemente tiene como norma quitar los juguetes a sus compañeros, porque así consigue lo que quiere y eso le gusta, en definitiva le divierte…

En los primeros 6 años de vida, por lo tanto, no siempre una actitud emocional positiva llevará al niño a un hecho conductual positivo. 

No nacemos educados, sabiendo y conociendo conductas, sino que el niño las va adquiriendo progresivamente mediante aprendizajes y vivencias, aconsejando eso sí, acompañarlas siempre de una buena educación emocional. Conducta, emoción y pensamiento se interrelacionan, así que una buena educación procurará trabajar la gestión de los tres elementos.

Los educadores tenemos el deber de proporcionar al alumno un desarrollo pleno, para ello, educaremos, guiaremos y acompañaremos de forma íntegra, cuidando con sentido, los siguientes planos unidos. 

  1. Yo soy
  2. Y yo siento… 
  3. En base a lo que siento reconozco mis emociones y las expreso… 
  4. Elaborando unos aprendizajes. 
  5. Basándome en las emociones y sentimientos elaboro mi forma de pensar.
  6. Para traducirlo finalmente al plano material, en una conducta.

Es imprescindible, por lo tanto, para el desarrollo cognitivo y psicosocial, de nuestros alumnos e hijos, trabajar desde edades muy tempranas además de la educación emocional, LA EDUCACIÓN CONDUCTUAL.

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