¿Nos tomamos en serio la innovación?
Cada vez más global y más rápido. Así es el mundo al que se enfrentan los actuales directivos, que se ven obligados a reinventarse día a día para seguir destacando con sus estrategias, herramientas y capacidades. No hay tiempo para pisar el freno. El objetivo no es otro que el de desarrollar ventajas competitivas para su compañía. Siendo conscientes de la realidad, el crecimiento organizacional a través de la innovación se merece especial atención y por eso es uno de los puntos clave que se trabaja en el Programa de Desarrollo Directivo (PDD) de EAE.
Los entornos inciertos, los continuos cambios en las demandas de los consumidores y una mayor competencia internacional requieren que tanto los máximos dirigentes de una compañía como el resto del equipo sean capaces de configurar los recursos estratégicos de una forma creativa e innovadora. Las empresas españolas son conscientes y un 26% de los directivos saben que aumentar la innovación es una de las prioridades, como indica la infografía.
¿Cómo queremos que el mundo vea nuestra organización?
Esta es la pregunta que todo directivo debería hacerse antes de poner en marcha cualquier estrategia. Pero es, también, la mejor ocasión para expresar la pasión que sienten todos los componentes de la compañía a la hora de alcanzar nuevos retos y conseguirlos de forma única y valiosa. Es fundamental que toda la organización tenga definido el concepto de innovación de la misma forma.
El directivo, además, deberá ser capaz de convertir esta estrategia en la pieza angular del crecimiento global de la empresa y conseguir así que todos los trabajadores defiendan su valor. Una de sus tareas más importantes es alinear las innovaciones con la visión de la organización y los objetivos generales de negocio.
Por otra parte, el crecimiento siempre se podrá acelerar a través de estrategias como la creación de diversos equipos. Cada uno de ellos, tendrá sus responsabilidades y objetivos en función de sus características. No habrá un equipo más importante que otro porque todos serán necesarios para transformar el modelo de negocio.
Existen tres modelos diferentes de innovación:
Top-down: En este caso, las ideas provienen del equipo directivo de la empresa y son los ingenieros los que la hacen realidad.
Bottom-up: Son los propios ingenieros los que llevan a cabo el pensamiento de la idea antes de trabajar en la misma.
Modo de divergencia: el objetivo es encontrar más de una solución a diferentes problemas internos que, a su vez, se pueden convertir en grandes ideas con las que salir al mercado.
¿Existe un modelo mejor que otro?
Los mejores directivos saben que la innovación tecnológica que conduce al crecimiento puede adoptar muchas formas. No obstante, sí hay algunas recomendaciones como no estructurar demasiado este proceso y partir de un marco básico que se puede modificar durante el desarrollo.
Es conveniente ser lo más flexible posible para no cerrar la mente a la creatividad. Para eso existe, precisamente, una palabra. Nos referimos a “intrapreneur”, un concepto acuñado en la década de los 80 por los emprendedores Gifford y Pinchot que lo empezaron a utilizar para referirse al proceso de emprender pero en el núcleo de la misma empresa. Y es que el crecimiento no solo se dirige hacia fuera. También se vive dentro.
España podría ser más innovadora
Así lo demuestra El informe ‘European Innovation Scoreboard 2016’, que califica la innovación de moderada. El país ocupa el puesto 20 entre los 28 miembros de la UE. Entre los factores analizados cabe destacar el gasto público en I+D, que en España ha ido reduciéndose en los últimos años hasta situarse en el 0,49% del PIB en 2015. La media de la Unión es de 0,65%, mientras que los países que más recursos destinan a la investigación y el desarrollo son Suecia y Dinamarca, con un 1%.
Por todos estos motivos, en el Programa de Desarrollo Directivo de EAE, queremos tomarnos en serio la innovación.
