Las etapas de crecimiento básicas, como la infancia y la adolescencia, son momentos tan interesantes como complicados en determinadas circunstancias. Son épocas en las que se conforma parte de la personalidad y el sistema de valores de cada individuo va tomando forma para dar sentido a las personas del futuro.
Sin embargo, estas etapas no son un recorrido sencillo y libre de inconvenientes, menos ante la constante amenaza de bullying verbal al que los jóvenes y chicos están expuestos, siendo esta la manifestación de acoso verbal que más afecta a los alumnos en las escuelas.
Se estima que al menos 1,6% de los menores, niños o adolescentes, experimentan bullying de forma recurrente en el país. Esto sugiere que aún falta mucho por hacer en áreas como la educación y la psicología para cambiar este hecho.
Por eso, para las personas interesadas en esta problemática, en especial en su manifestación como acoso escolar y deseen trabajar para erradicarlo, actualmente se ofrece el Máster en Trabajo Social en la Infancia y Adolescencia Experto en Situación de Maltrato Infantil. En este programa se estudiará el riesgo infantil y cómo abordar, desde la psicología, el maltrato escolar.
Bullying verbal y bullying físico, ¿cómo reconocerlos?
Antes de poder reconocerlos es importante definir algunos conceptos.
¿Qué es el bullying? 
El bullying se produce cuando una persona perturbar a otra de forma repetitiva, agresiva y sin motivo, de forma física o verbal. Normalmente, la persona que lo produce lo hace con la intención de imponerse por encima de otros a la fuerza. Una de esas manifestaciones es el bullying verbal, que se expresa a través de insultos, humillaciones o, inclusos, agresiones físicos.
¿Qué formas de bullying hay?
Hay varios factores a través de los cuales se puede identificar situaciones de bullying. Una de ellas es el desequilibrio de poder entre el acosador y la víctima. Ese puede ser notorio o interpretado por la víctima, si así lo cree, derivando en que se sienta insegura. Esta conducta es definida como bullying físico, ya que suelen presentarse agresiones físicas en la mayoría de los casos.
Otra de las manifestaciones diarias a las que puede verse expuestos los jóvenes son las vejaciones, los desprecios y los insultos. Esta dinámica puede derivar en que el niño o el adolescente afectado se sienta tan incómodo y afectado que no quiera ir a la escuela por miedo al bullying escolar, en su manifestación verbal.
La manifestación de estas conductas deriva en perjuicios psicológicos que afectan a la víctima a mediano y largo plazo, como la exclusión, voluntaria o por el acosador la fuerza a través de conducta, propiciando el aislamiento de la víctima. Esta es una de las bases para que más adelante la persona afectada sufre dificultades al momento integrarse a otras personas, inseguridades y miedos que, a través de la psicología y la formación, también pueden ser prevenidos y tratados.
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