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Labilidad emocional en niños: ¿en qué consiste?

Es una inestabilidad sobre la que no se suele hablar mucho pero que puede estar presente. La labilidad emocional se refiere al descontrol de las emociones que puede experimentar un niño, derivando en altos y bajos anímicos que influyen en su día a día. Aunque esta condición puede ser advertida en edades tempranas, muchas veces no se conocen cuáles son las causas, cómo puede mejorarse, entre otras cuestiones que se abordan a continuación. Sin embargo, en caso de querer tratar el tema de manera profesional, con una especialización en el área, se recomienda cursar el Máster en Psicología Infantil para tener respuestas ante diversas necesidades de los niños.

Labilidad emocional: ¿Qué es?

Lo normal es que se experimenten distintas emociones de forma cotidiana. Los niños no se escapan a esto. Sin embargo, la manifestación de una u otra emoción durante el día puede producirse de manera abrupta, afectando su estado emocional. La labilidad emocional se trata de eso, de cómo las emociones pueden cambiar de un momento a otro, de forma inesperada.

¿Qué ocurre? Que, como consecuencia de estos cambios, el niño puede sentirse sobrepasado por alguna emoción muy intensa. Si bien a medida que las personas crecen aprender a manejar, de manera progresiva, sus emociones. En el caso de los niños es un poco más complejo porque ellos aún no han tenido experiencias que los aproximen a ellas. Por tanto, se les dificultad su gestión.

La manifestación de esta cuestión influye en cómo el niño se involucra con su entorno, en cómo establece distintas relaciones y cómo va construyendo su personalidad. Es clave que pueda reconocer sus emociones y, en especial, que sepa cómo manejarlas. Por eso la labilidad emocional afecta estos procesos, ya que, en ocasiones, puede sentirse inseguro o insegura en relación a cuanto ocurre con él o ella.

Desde un punto de vista familiar, es necesario ser empático y buscar ayuda profesional para manejar la situación.

Labilidad emocional: ¿Cuáles son los síntomas?

Por lo general, los síntomas denotan inestabilidad emocional. Con base en esto, los principales cambios suelen ser los siguientes.

Confusión

Los niños suelen ser muy sociables e interactuar con facilidad. Sin embargo, cuando se manifiesta la labilidad emocional, como su estado cambia de un momento a otro, experimenta confusión e inseguridad. Esto lo lleva a retrotraerse y limitar su relación con los otros chicos y chicas.

Intensidad

El niño o niña puede llegar a expresar sus emociones de manera muy evidente, hasta el punto de resultar desmedidas. Esto no solo se manifiesta en manifestaciones alegres o positivas, sino también en otras como el llanto, por ejemplo.

Humor variable

Se trata de cambios en su humor que resultan significativos. Un aspecto importante a tener en cuenta en estas situaciones: el cambio no solo puede ocurrir en el estado de ánimo sino en la manera de manifestarlo. Puede entenderse como un punto de inflexión entre un momento y otro.

Cambios repentinos

Los cambios emocionales no solo se manifiestan de manera intensa sino que pueden ser de un momento a otro y por períodos cortos de tiempo.

Labilidad emocional: ¿Cuáles son las causas?

Hay distintos factores que influyen en la manifestación de esta condición. A continuación se comparten algunos de ellos.

Distintos cambios vividos en un período corto de tiempo. Acá influyen las condiciones en las que vive el niño o niña, su entorno, por ejemplo. Durante esta etapa, entre un lugar y otro, en caso de mudarse, es necesario un breve período de adaptación.

Debido al crecimiento. Muchas veces el desarrollo le plantea distintas cuestiones al niño o niña que, como son novedosas, puede no saber manejarlas en un primer momento hasta que comienza a hacerlo de manera progresiva.

Las emociones conllevan información. En muchas oportunidades, una de ellas puede estar sugiriendo algo más. Es responsabilidad de los adultos estar atentos a este tipo de manifestaciones para poder abordarlas de la mejor manera y ayudar al niño o niña a sobrellevarlas o manejarlas.

Labilidad emocional: tratamiento

Cuando se tiene sospechas sobre esta condición, lo más recomendable es consultar a un especialista que pueda establecer un diagnóstico adecuado y personalizado.

El tratamiento puede comenzar con una terapia infantil, en la que, en un principio, los padres pueden ser llamados a participar para que conozcan mejor sobre estos procesos y cómo pueden ayudar al niño o niña.

La ayuda, en estas situaciones, no solo es al niño sino también al adulto, quien puede no saber cómo manejar la situación. Por eso, a través de la terapia, tanto niño como adulto pueden encontrar las respuestas necesarias y comenzar a mejorar en distintos aspectos.

Estabilidad emocional: ¿Cómo promoverla?

Durante todo este proceso, el entorno es clave porque puede servir de soporte emocional. Es conveniente, en estos casos, propiciar la empatía, la comprensión y el interés en relación con el niño o niña para que no se sienta marginalizado o discriminado por una situación que también le resulta novedosa.

A continuación se sugieren algunas recomendaciones.

Tiempo de calidad. Es necesario compartir, que el niño o niña se sienta atendido y querido durante ese tiempo. Estas manifestaciones construyen un vínculo más cálido y sólido entre padres e hijos. En este lapso de tiempo también se pueden considerar los momentos de juego.

Rutinas seguras. La repetición de algunos hábitos positivos genera confianza y seguridad. Esto es clave para que el niño pueda manejar de mejor manera sus emociones. Las rutinas sugieren que hay espacios temporales para todos. Algo similar ocurre con las emociones: es válido que una u otra se manifiesten en distintos momentos. El objetivo es transitar por ellas con normalidad. Una rutina positiva que puede practicar es realizar alguna lectura antes de dormir.

Trabajar la inteligencia emocional. Puede hacerse a través del ejemplo, manejando distintas situaciones de manera adecuada. De esa manera, el niño o niña irá comprendiendo, poco a poco, qué hacer en determinadas situaciones.

Fortalecer la autoestima del niño o niña. Esto se puede hacer de múltiples maneras, desde una caricia hasta el reconocimiento cuando haga cuestiones positivas. Debe ser de una manera frecuente y consciente.

Construir un apego seguro. Esto contribuirá a que se sienta más cómodo.

La labilidad emocional puede afectar al niño, sí, pero también a su entorno. Por tanto, es responsabilidad de todos involucrarse y contribuir a que tenga un mejor desarrollo emocional.

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