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Los Rumores

En la década de los 60, Moscovici, psicólogo social de origen rumano, formula la Teoría de las Representaciones Sociales: una representación social vendría siendo la interpretación o construcción de una realidad que realiza el sujeto en base a la mediación de sus valores morales, circunstancias personales pasadas-presentes y la sociedad y cultura en la que se desarrolla.

Los rumores, son un claro ejemplo de representación social: cuando al ser humano le falta información acerca de un tema específico, reduce el malestar producido por la incertidumbre completando ese conocimiento parcial, dando lugar a la difusión de información sesgada y subjetiva. Este proceso cognitivo, puede ser de origen consciente (la persona reconoce estar opinando sin dominar todos los datos/variables) o inconsciente (creencia o seguridad de estar en posesión de la verdad). En cualquier caso, para que una determinada representación social se convierta en un rumor, se necesita que confluyan una serie de factores relacionados con el contenido del mensaje, el/los emisor/es y el/los receptor/es:

  • Interesante o necesaria: para que sea difundida, la información ha de considerarse importante o atractiva; p.ej. : la política influye en los ciudadanos, por lo que el “cotilleo”, aun no siendo contrastado, suele resultar seductor.
  • Status de la fuente de origen: la persona que comienza a esparcir el rumor, ha de contar con cierto grado de prestigio, pudiendo este estar relacionado con diversos ámbitos (económico, social, laboral, etc.). P.ej. no se concede la misma veracidad a la información extraída del círculo cercano de un político, que a la un ciudadano que no tiene vínculo alguno con el mismo.
  • Descontextualización de la fuente de origen: una vez que se ha transmitido el “chisme”, el origen suele desvirtuarse (dependiendo del alcance del mismo) y cobran fuerza todas las personas implicadas que actuarán transformando, ampliando y reproduciendo los testimonios.
  • Participación activa: el rumor sólo se difunde con la ayuda necesaria del boca a boca.
  • Mediación emocional: todo rumor conlleva una emoción primaria o secundaria, sea esta de miedo, sorpresa, alegría, ira, etc. P. ej. es más fácil que en un grupo se esparza un bulo si la persona a la que atañe no cae bien o despierta los celos de sus semejantes.

Respecto a la función del rumor, esta podría agruparse en las siguientes categorías:

  • Socialización: la comunicación de información relevante conlleva el refuerzo (real o superficial) de una relación interpersonal, promoviendo los vínculos de afiliación (así como la cohesión grupal). A su vez, los rumores sirven de base para explicar lo que sucede o podría suceder (p.ej. un cambio de gobierno) y movilizan para la investigación o el cambio (p.ej. los periodistas examinan la veracidad de los testimonios para contrastarlos o refutarlos).
  • Exclusión social: algunos rumores conllevan la diferenciación personal o grupal respecto a un individuo o grupo determinado (“nuestra identidad, valores y principios son estos, y los suyos son incompatibles con los nuestros”).
  • Mecanismo de control social: un alto porcentaje de los “cotilleos” conllevan una sanción moral seguida de un consejo o advertencia social: no andes con esta persona, que dicen que se droga; no le cuentes esto a él/ella, que me contaron que conoce a tu superior; aléjate de ese chico que he escuchado que es un picaflor…
  • Los rumores, son un mecanismo que nos aleja de la incomodidad que sufre el ser humano cuando la información para categorizar (etiquetar) una situación, objeto o persona (frecuentemente en los subgrupos “bueno” o “malo”), es escasa. Esta estrategia es tan útil como peligrosa, pues en un gran número de ocasiones está asociada a la difamación (sin evidencias lógicas), implicando un enorme sufrimiento para el/la/los protagonista/s del bulo.

Difama, que algo queda… (Francis Bacon)

Fuente: Centro de Formacion en Psicologia Codex

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