A pesar de que el razonamiento puede ser más poderoso que las afecciones, la razón tiene que ir acompañada de las emociones, se necesitan mutuamente. La inteligencia emocional es la facultad que se encarga de gestionar y controlar las emociones. ¿Quieres saber cómo? Sigue leyendo y te lo contamos.
¿En qué consiste la inteligencia emocional?
Según las personas hemos ido avanzando, tanto física como mentalmente, nos hemos dado cuenta de que nuestros sentimientos pueden determinar los sentimientos que tenemos y las acciones que realizamos. Pero esto no es todo. Además de poder dominar nuestra manera de sentir y de actuar, existe un cúmulo de neuronas organizadas que nos dan la capacidad de utilizar la razón para controlar las emociones. A esto nos referimos cuando hablamos de inteligencia emocional. 
Saber emplearla trae consigo una serie de beneficios en cuanto a calidad de vida, construcción de relaciones más respetuosas, o fortalecimiento del estado mental. De esta manera, en el campo laboral ser inteligente emocionalmente nos ayuda a obtener una comunicación más efectiva, lo que desembocará en una optimización del éxito en los objetivos que nos propongamos.
5 claves para desarrollar la inteligencia emocional
Muchos autores han escrito sobre cómo aplicar la inteligencia emocional en nuestra rutina, pero Daniel Goleman revolucionó este campo con su superventas Inteligencia Emocional, donde propone una serie de pistas para desarrollarla. ¡Te contamos cinco de ellas!
Conócete emocionalmente
El primer paso que debes tomar es aprender a distinguir cómo te sientes. Tienes que reconocer tus emociones y evitar que te dominen. Tú eres quien debe controlarlas a través de tu fuerza mental.
Percibe tu realidad
Debes tener un conocimiento inmediato de ti, de tus actos y reflexiones. Además, tienes que aprender a juzgar esta visión de ti mismo. Ser más consciente de lo que sucede en tu interior y aceptar el poder de tu vulnerabilidad son muy importantes para poder desarrollar la inteligencia emocional.
Evalúate constantemente
Para saber qué provoca un sentimiento o de dónde viene, debes analizar tus emociones e identificarlas: observar su enfoque o hacia dónde diriges tu atención.
Controla tus impulsos
Antes de actuar, siempre mide tu paciencia y no reacciones sin pensar. Respira, reflexiona y toma distancia en la situación en la que te encuentres. De esta manera, la perspectiva y el control emocional serán más amplios.
Escucha y atiende tu entorno
La rutina y no saber gestionar los problemas pueden provocar que te alejes de tu círculo de relaciones más cercano y no puedas ver los puntos de vista ajenos que te aportan estas personas. Siendo empático con la gente tanto de dentro de tu entorno como de la externa verás cómo tu nivel de comprensión aumenta y disminuye la indiferencia. Esto te ayudará a formar amistades más duraderas y a entender más fácilmente el porqué de las emociones y de tus sentimientos.
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