Las bajas laborales a menudo nos obligan a realizar un parón en nuestras actividades cotidianas. En primer lugar, porque las afectaciones de salud cambian el ritmo de vida. En segundo lugar, porque un uso indebido de esta prestación puede provocar la pérdida del subsidio por parte del trabajador. Así pues, conviene calibrar bien qué actividades llevamos a cabo y cuáles no. Sea como sea, tener la baja laboral no siempre implica renunciar a salir de casa. Es el paciente quien, conjuntamente con el médico, debe evaluar el nivel de gravedad, lo cual también implica poner medidas (por ejemplo, tratamientos médicos) para que el afectado pueda regresar al empleo cuanto antes.
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