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Tasador de arte: consigue valorar obras de arte profesionalmente

Un tasador de arte debe contar con conocimientos específicos que aseguren su profesionalidad en los sectores en los que este se mueve. En la correcta tasación de obras de arte reside la comercialización justa de los bienes culturales que contenga un patrimonio. Por esta razón, es importante tener en cuenta el objeto y su valor real en el mercado. Además, también se necesita mucho conocimiento histórico y en materia de revalorización de los objetos artísticos.

¿Quieres saber más sobre esta salida profesional? Sigue leyendo, encontrarás una interesante y apasionante profesión.

¿Quién puede ser tasador de arte?

En principio, cualquier persona interesada podría convertirse en un tasador de arte profesional. Por supuesto, hace falta formarse e interesarse sobre la realidad del mercado en el que se quiere trabajar. Para ello, son importantes los cursos específicos. Por ejemplo, si se ha estudiado una carrera universitaria de Artes (Historia del Arte, Bellas Artes,etc), sería conveniente haberse especializado en una rama artística en la que se vaya a actuar como tasador.

Por otro lado, es muy favorable contar con conocimientos económicos que permitan comprender el funcionamiento del mercado. En la tasación artística, cuantas menos obras tenga un artista bueno y reconocido, más valor económico tendrán. De la misma manera, también son más caras aquellas disciplinas artísticas con menos exponentes, de las que resulta mucho más complicado encontrar muestras. Todos estos conocimientos, que van más allá de lo artístico, deberían ser tenidos en cuenta por un tasador o tasadora de arte.

Régimen de trabajo de este sector artístico

 

Los tasadores de arte son profesionales independientes. Normalmente trabajan para sociedades de tasación artística. Estas deben estar siempre homologadas y contar con las revisiones de todos los aspectos legales que protegen los bienes culturales que se pueden tasar, dado que no todos los bienes pueden ser tasados ni todos se someten al mismo tipo de tasación.

Cualidades de un trabajador en tasación artística

 

Además de los estudios específicos en arte y en mercadotecnia, existen muchas cualidades que pueden ayudar a realizar trabajos de tasación artística. Por ejemplo, en este campo suele ser muy importante tener conocimientos de conservación. Una obra reciente puede encontrarse en muy buen estado, pero contar con una técnica artística que no haya tenido en cuenta el paso del tiempo. En estos casos, la obra no aguantará en estado óptimo durante mucho tiempo.

En otras ocasiones, las técnicas utilizadas no son las más valoradas en su contexto histórico, pero, sin embargo, han favorecido un estado de conservación óptimo. En estos casos, tal vez el precio de la obra resultante pueda subir, a pesar de que en el mercado existan obras de otros artistas más reconocidos que, sin embargo, no cuentan con una buena conservación.

Buen ojo para analizar todos los detalles

 

Es muy importante tener en cuenta que en la tasación de obras de arte cualquier característica, defecto o virtud que presente el producto puede cambiar el precio. Por eso, es necesario estudiar bien la obra y fijarse en todos los detalles. Para determinar el valor real de una obra artística, es importante no solo conocer la conservación y su futuro en condiciones buenas. También es crucial conocer las técnicas artísticas empleadas y saber cómo estas evolucionan. Por supuesto, es imprescindible tener en cuenta las características físicas de la obra, el prestigio del autor o la valoración habitual que tiene en el mercado la obra del mismo.

También ocurre que aparecen obras bien conservadas con una calidad técnica impecable, pero se desconoce la autoría. Este tipo de obras se tasan teniendo en cuenta la calidad de las técnicas y contextualizando históricamente su creación. A pesar de no conocer el año, el estado de la obra y sus características permiten aproximar fechas. En muchas ocasiones, gracias al estudio detallado, se intuye la autoría.

Fases de la tasación de obras de arte

Por norma general, los peritos judiciales son los que se encargan de ponerle precio a los bienes inmuebles. Para estas tasaciones, los profesionales, normalmente, están formados en Patrimonio Cultural o directamente en Arte. Además, como ya se ha indicado, deben tener conocimientos del mercado para valorar las subidas y bajadas del valor económico de los bienes. En general, la tasación de las obras artísticas considera dos fases.

1-. Catalogación de la obra de arte

 

En primer lugar, se cataloga el bien artístico. Para ello, se estudia el objeto o la obra de arte. Se tienen en cuenta sus características formales y sus características técnicas. Además, se hace una valoración histórica, teniendo en cuenta tanto la posición artística dentro de la que se inserta como el contexto en la cual se creó. Asimismo, también se lleva a cabo una comparación con otras obras de arte. En esta última parte de la primera fase se tienen en cuenta aspectos como la producción, la cantidad de obras similares, la originalidad en el diseño o en la técnica, etc.

2-. Adjudicación de un precio a la obra artística

 

Tras la catalogación inicial, llega el momento de ponerle un precio a la obra de arte. Si la catalogación ha sido realizada de manera objetiva, y por un profesional, el precio podrá ser mucho más justo. Precisamente por esta razón, es muy importante contar con profesionalidad y preparación a la hora de valorar todos los aspectos económicos que entran en juego a la hora de valorar el producto artístico. No se trata solo del arte o de la belleza propia del objeto, sino de la demanda y de su contexto de creación. Nos referimos, con esto último, al momento que ocupó la obra dentro de la historia del arte, y su repercusión como fuente de inspiración para otros movimientos posteriores.

En suma, una buena catalogación del bien artístico será definitiva para que el tasador de arte ponga un precio justo. También hay que tener en cuenta el contexto histórico y el mercado actual, cuya influencia determinará, en buena medida, el valor al que se puede comercializar la obra, que no su verdadero valor. Este, al margen de lo que diga la coyuntura económica, es incalculable, en algunos casos, y criterios como la ausencia de otros exponentes comparativos o la aplicación de técnicas perecederas puede devaluarlo.

 

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