No, tranquilos, no hablamos de un escualo que coge una máquina de tatuar con su aleta, aunque, vista la locura en la que está inmerso nuestro planeta, no descartamos esta posibilidad en un futuro. Hablamos de Ezrah Dormon, un joven de tan sólo 12 años apodado “el tiburón” que aún no tiene edad para poder tatuarse pero que se ha convertido en un artista de la pigmentación corporal.
Existe la creencia de que un gran tatuador es el resultado de años y años de esfuerzo y dedicación, pero Ezrah es la excepción que confirma la regla. Todo empezó con la visita a un estudio de tatuajes en Honolulu, donde su madre se iba tatuar una rosa. Al darse cuenta del gran interés de Ezrah, el propietario de la tienda, Ali García, dejó que el joven llenara una parte del tatuaje, con el permiso de su madre, obviamente. Le gustó tanto la experiencia y García vio las increíbles dotes artísticas del chaval, que lo acogió como aprendiz. Desde entonces, ha ido practicando con naranjas o pomelos e incluso ha llegado a tatuar a unas 20 personas, incluyendo a su propia profesora de matemáticas. ¿Aprobó la asignatura? Si nos lee su profesora, por favor, aclárenos esa duda.
El joven ya cuenta con más de 9000 seguidores en sus redes sociales, donde publica sus obras y no duda en manifestar su agradecimiento a quienes le enseñaron a tatuar, como la artista Margarita Marzo, una de las primeras personas en confiar en sus dotes como tatuador.
Se dice que el talento se posee, no se consigue, y está muy claro que los 12 años de Ezrah son suficientes para destacar por sus capacidades plásticas y artísticas. Aún así, no todos están de acuerdo con él empuñando una pistola de tinta y asumiendo la responsabilidad de tatuar algo permanente sobre la piel de otros. ¿Envidia? ¿Sensatez? ¿Se debe ensalzar el talento precoz o frenar hasta cierta edad?
