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Cómo manejar los berrinches y las rabietas en los niños pequeños

Si eres padre o madre, has cuidado de niños o simplemente te interesa la educación infantil, seguro que alguna vez has tenido que lidiar con un niño enfadado. A menudo, acabamos peleándonos a gritos con ellos, o nos quedamos paralizados, sin saber qué hacer cuando se produce un ataque de enfado o una rabieta por su parte.

La ira es una emoción normal tanto en niños como en adultos. No obstante, la forma en que expresamos y afrontamos nuestros sentimientos de ira y cómo gestionamos esa relación es clave. Hay que señalar, que esto se trata de un aprendizaje continuo y una habilidad que no será siempre fácil de adquirir. La orientación de un profesional de la salud mental también puede ser muy útil.

En este artículo te contaremos algunos consejos sencillos para poder gestionar las rabietas en los niños pequeños.

  • Desarrolla un plan para calmarles

Enseñando a los niños a qué hacer cuando empiezan a enfadarse, es una buena estrategia para crear un buen hábito; por ejemplo, puedes animarles a colorear, leer un libro o realizar otra actividad hasta que se sientan mejor.

  • Evita gritar

Muchas veces podemos afrontar los arrebatos de enfado de los niños retándoles o gritándoles también. Sin embargo, esto solo aumentará su sensación de estar fuera de control. Lo mejor que puedes hacer es mantener la calma en una crisis y esperar pacientemente a que se calme.

  • No cedas a las rabietas

A veces los niños descubren que las rabietas son una forma eficaz de satisfacer sus necesidades y de conseguir lo que buscan. Si un niño tiene una rabieta y sus padres le dan un juguete para que se calle, aprenderá que las rabietas son eficaces.

Aunque a corto plazo pueda resultar más fácil, a largo plazo ceder solo empeorará los problemas de comportamiento y la agresividad. En lugar de eso, esfuérzate por conectar con tu hijo y evita ceder ante él para evitar una rabieta. 

  • Presta atención a tus reacciones

Es importante que prestes atención a tus reacciones, tanto físicas como mentales. En estas situaciones es normal sentirnos alterados o nerviosos, y  aunque sea difícil, el truco está en actuar contra eso de alguna manera e intentar mantener la calma.

Además, prestar atención a tus reacciones ayudará al niño a prestar atención a sí mismo porque no tendrá que preocuparse por ti ni por tus emociones. 

  • No imponga castigos excesivamente duros

Castigar con dureza justo cuando está ocurriendo la rabieta es algo que es normal que ocurra. El problema es que en este caso estamos perdiendo el control emocional, ya que lo peor que puedes hacer es unirte a él y enfadarte tú también. Debemos recordar que el objetivo es enseñar a los niños a saber controlarse, y la acumulación de consecuencias y castigos no es la solución.

Hay que recordar que cada niño es único y que lo que funciona para uno puede no funcionar para otro. Debemos ser flexibles y adaptar nuestro enfoque según sea necesario, priorizando siempre el bienestar y el crecimiento emocional del niño.

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