El intercambio de bienes ha acompañado al ser humano desde el inicio de los tiempos. Sin embargo, la contabilidad, es decir, el registro de estas transacciones, nace con la aparición de la escritura, y ha seguido de su mano a través de los siglos, desde las tablillas de barro sumerias hasta nuestra época informatizada.
El Mundo Antiguo nos ha dejado diversas huellas de su historia. Las más antiguas son probablemente las tablillas de barro, con registros de intercambios grabados con junco, usadas por civilizaciones con una intensa actividad comercial como Mesopotamia y Babilonia. Los escribanos egipcios, profesionales reputados en su época, cumplían la función de protocontables a las órdenes del faraón. Por su parte, los griegos establecieron leyes que obligaban a los comerciantes a anotar sus operaciones en libros. Del Imperio Romano nos han llegado trazos de sus registros contables en diferentes Codex y la expansión del comercio en todos sus dominios. Los cabezas de familia anotaban diariamente sus gastos e ingresos, datos que posteriormente pasaban a formar parte de un registro mayor.
Tras la caída de Roma, Europa queda sumida en un letargo de siglos. No obstante, la contabilidad continuó desarrollándose, especialmente de mano de la Iglesia y de los señores feudales que registraban sus impuestos, ganancias y gastos. Hacia el final de la Edad Media se recuperará la actividad de la mano de las repúblicas comerciantes italianas. En el siglo XV, en el umbral del Renacimiento, suceden dos hechos fundamentales para la historia de la escritura y, por ende, de la contabilidad: la invención de la imprenta en 1450 y la utilización de los números arábigos. La combinación de estos dos hechos impulsa la divulgación del conocimiento y del registro contable. De hecho, algunos años después, en 1494 se publica el Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proporcionalita, de Fray Luca Pacioli, la primera obra impresa sobre la disciplina. En este libro, Pacioli enumera por primera vez el método de la partida doble, piedra angular de la contabilidad moderna que aún en la actualidad se estudia en los cursos de contabilidad financiera.
La Revolución Industrial supone la aparición en Europa de un nuevo sistema económico y un sistema de producción masiva. El capitalismo viene acompañado del nacimiento de las grandes empresas, los mercados y el aumento de la demanda. La profesión se va haciendo más compleja, se oficializa y se introduce en el mundo académico, apareciendo así las primeras enseñanzas regladas de la materia. Con el paso de los años, la importancia de la contabilidad no hará sino ganar protagonismo, generando una enorme cantidad de documentación y conocimiento, al aparecer diferentes escuelas y corrientes de pensamiento.
En siglo XXI, el de la revolución digital, el registro contable se escribe desde teclados inalámbricos, viaja por el planeta a velocidad de fibra óptica y goza de una posición privilegiada en nuestra sociedad. En un mundo que gira alrededor de la economía, los estudios y cursos contabilidad financiera tienen una alta demanda y unas tasas de inserción laboral superiores a la media, incluso en nuestros años de crisis.
En madera, en papiro, papel o pantallas, la contabilidad ha crecido al pulso de los tiempos, registrando la evolución del comercio y las finanzas; del barro al píxel, parte de nuestra historia.
