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El cuerpo en la educación emancipadora

Entre los contenidos de nuestro Máster online en Cooperación Internacional y Educación Emancipadora, hay una fascinante reflexión sobre el cuerpo en la educación emancipadora. 

La profesora Rakel Oion, en su artículo “El espacio cuerpo en la educación emancipadora”, afirma que “la integralidad de los seres humanos conlleva la comprensión del cuerpo como parte inseparable del ser que somos” y que “nada se realiza ni en lo individual ni en lo social sin el cuerpo que somos”. Añade que “de la significación social del cuerpo – sexo, edad, raza, color, capacidad funcional y sexualidad- se derivan procesos de discriminación y desigualdad”. E, indudablemente, “la capacidad gestante y reproductiva de las mujeres es objeto de discriminación debido a su instrumentalización política, económica y cultural.” Por todo ello, concluye que “las transformaciones necesarias en la sociedad global requieren que la educación emancipadora incluya en su pedagogía la comprensión de la realidad corporal que somos los seres humanos para abordar las relaciones de poder y de género, así como los derechos sexuales y reproductivos en sus temáticas y para desarrollar metodologías participativas socioafectivas.”

Desde esta mirada, la profesora Oion comparte un material bellísimo: un vídeo de la Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas (UNAMG), con testimonios impresionantes de mujeres guatemaltecas que son referentes en sus comunidades y organizaciones.

Por ejemplo, Lorena Cabnal, mujer maya-xinca y miembro de AMISMAXAJ, habla de “una relación histórica, política, cósmica y, por lo tanto, con mirada feminista de lo que implica cuerpos viviendo en armonía, en relación con los elementos del cosmos.” Plantea una propuesta “que nace del relacionamiento cotidiano de mujeres y tierra para plantear la defensa y recuperación del territorio-cuerpo, porque es un territorio expropiado históricamente. Las mujeres originarias decimos `doblemente expropiado´: por las formas patriarcales originarias y por las formas patriarcales occidentales también. Pero también es un cuerpo con toda la potencia política para emanciparse y así, establecer una relación no mercantilizada y armónica con la naturaleza.”

Con respecto al vínculo entre el cuidado del cuerpo y la defensa del territorio, aclara lo siguiente: “¿Por qué somos las mujeres las que iniciamos los procesos de defensa territorial? Tiene que ver con que, históricamente, hemos sido expropiadas absolutamente de todo: desde nuestro cuerpo hasta el espacio territorial donde nacemos y convivimos. (…) Los únicos accesos que tenemos tienen que ver con lo que el sistema patriarcal nos otorga para relacionarnos, en función de un rol doméstico. Las mujeres vamos por el agua al río, vamos por la leña. Somos las que sembramos en el campo para mantener la alimentación de nuestras familias. Somos las que juntamos el fuego, somos las que nos preocupamos por tener la comida. Por lo tanto, las más cercanas en esa relación de territorio, aunque muchas de nosotras no somos propietarias del pedazo de tierra donde vivimos porque, históricamente, la propiedad es masculina.” 

Sara Álvarez, miembro del CALDH, afirma que “así como estamos tratando a la tierra (explotándola, violentándola, expropiándola) es también como históricamente se han venido tratando los cuerpos de las mujeres (violentándola, explotándola, abusando).” Y añade una reflexión muy lúcida sobre la potencia del deseo para el despliegue personal: “Los sistemas opresivos (el patriarcado, la heteronormatividad) han hecho que las mujeres no conectemos con la parte erótica de nuestro ser, que tiene que ver con esa pasión, con lo que nos motiva en la vida, lo que nos da impulso, nos da fuerza, energía… porque hemos estado al servicio de las otras y de los otros. No hemos podido decir `¿qué es lo que a mí me gusta, me apasiona, me llena, dónde pongo mis capacidades, mis fuerzas?’ – Los sistemas opresivos le tienen mucho miedo a que las mujeres podamos dejarnos sentir y llevarnos por la fuerza de nuestras pasiones.”

A partir de este material audiovisual y otros contenidos de la profesora Oion, concluimos que somos cuerpos. En el caso de las mujeres, cuerpos discriminados. Pero, a pesar de todo, estos cuerpos tienen toda la potencia política para emanciparse. Para contribuir a ello, es necesario poner en marcha, en la educación emancipadora, metodologías participativas socioafectivas: para lograr que esos cuerpos femeninos discriminados vivan en armonía con el ambiente, impulsados por sus deseos más genuinos y desplegando todas sus capacidades.

“Por eso te cuidamos

Por eso cuidamos tus huesos-piedra-árbol,

tu aliento-viento,

tus ojos-lagos,

tus piernas-camino;

por eso susurramos tu nombre a los corazones recién paridos,

por eso gritamos tu nombre en las calles grises de las ciudades asaltadas.” 

(Norma Chamalé Patzan, escritora maya-kaqchikel, “Por la lluvia”)

1 comentario en «El cuerpo en la educación emancipadora»

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