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Estrategias para mejorar el mindfulness y el manejo de las emociones

Debido al aislamiento, que hace parte de las medidas para frenar la propagación del COVID-19, es muy común entrar en espacios de pensamiento y reflexión que pueden resultar incómodos o difíciles de llevar. En ese sentido, el mindfulness contribuye a generar un balance entre los pensamientos y nuestro bienestar.

A continuación se describen una serie de técnicas a través de las cuales se puede desarrollar un método de abordaje seguro. Estos pensamientos pueden aparecer en cualquier circunstancia y, por tanto, conviene saber manejarlos a través de rutinas de ejercicios o prácticas mentales y físicas que contribuyan a la gestión emocional de estas ideas.

Además, si se quiere profundizar en este campo, se recomienda realizar el Máster en Coaching, Inteligencia Emocional y Mindfulness.

Los beneficios del mindfulness

El mindfulness se refiere al control de la mente y las emociones que cada persona puede ejercer sobre sí mismo. Hay distintas maneras de practicarlo, desde la meditación, la danza, el baile o el yoga, entre otros. Como toda práctica, requiere de entrenamiento, preparación constante y compromiso para alcanzar resultados positivos. Las técnicas que se comparten a continuación están pensadas para facilitar el desarrollo del mindfulness, a través de ejercicios de meditación y relajación que se pueden realizar destinando unos 20 o 30 minutos diarios.

De esa manera, cuando se presenten escenarios complejos, será mucho más sencillo abordarlos.

Dentro de los beneficios del mindfulness se encuentran:

  • Minimiza el estrés y la tensión, fortaleciendo el sistema inmune.
  • Reduce los síntomas de depresión y ansiedad.
  • Contribuye a disminuir el dolor crónico.
  • Aumenta la sensación de paz y felicidad.
  • Mejora las relaciones interpersonales.
  • Fomenta la tolerancia.
  • Genera balance emocional.
  • Mejora la capacidad de concentración.
  • Incrementa la espiritualidad personal.
  • Incentiva la conexión con el presente.

Todas estas mejoras impactan considerablemente en la calidad de vida de las personas, influyendo tanto en sus relaciones personales como en su rendimiento profesional. Aunque los efectos no se reconozcan de forma inmediata, el trabajo y la constancia suelen dar excelentes resultados.

Cómo dejar pasar los pensamientos

Se definen como pensamientos intrusos u overthinking, en inglés. Son aquellos que se presentan de forma constante durante el día, incluyendo pensar en otras cuestiones, alterando la capacidad de concentración. No es sencillo gestionar estos pensamientos. Sin embargo, tras reconocerlos, es mucho más fácil tratarlos a través de diversos mecanismos orientados a darles sentido y perspectiva.

Es importante resaltar que llevar a cabo la meditación es un proceso escalonado similar a aprender a leer o escribir. Se consolida con el paso del tiempo y la práctica constante. Aunque, si en un principio resulta incómodo, lo ideal es comenzar a hacerlo en un momento de interés genuino.

De tal forma será más sencillo manejar emociones como la ansiedad, el miedo, la rabia, entre otras. Gestionando mejor cada pensamiento, fortaleciendo la mentalidad y el bienestar personal a través de una práctica constante. Puede verse a la mente como un músculo más al que hay que desarrollar de forma progresiva para notar cambios.

Ejercicios de mindfulness para el pensamiento

La observación

Consiste en revisar los pensamientos y procurar comprender por qué se generan, en qué parte se encuentran y qué  desencadenan en el cuerpo. Ser consciente de las sensaciones físicas y la influencia de las mismas en el cuerpo para poder manejarlas, aunque estas pueda derivar en diferentes estados de ánimo, no hay por qué tener miedo a enfrentarlas.

Durante el proceso, es necesario advertir cuánto tiempo duran esas preocupaciones para reconocer mejoras futuras. Se trata de un ejercicio de introspección.

La imaginación

Recrear diversas cuestiones también es un ejercicio positivo. Por ejemplo, pensar que la mente es un medio de transporte de pensamientos y emociones. En este proceso, poner etiquetas a los pensamientos es conveniente para reconocerlos con mayor facilidad y poder cambiarlos cuando se presenten.

Este ejercicio se puede realizar de distintas maneras, como entender la mente como un río en el que fluyen varios temas. Cerrando los ojos, se puede recrear un recorrido sobre él para abordar las emociones de mejor manera.

Los pensamientos también se pueden dividir en dos puertas por las que entran y salen. Se trata de observarlos, de procurar comprenderlos, sin juzgarlos o cuestionarlos. Es un ejercicio de observación, contemplación y entendimiento.

Así como estos escenarios, pueden recrearse otros que sean del agrado de la persona. Es cuestión de buscar una especie de zona de confort para atender la situación.

Las palabras y la voz

Nombrar los pensamientos de forma calmada, natural, como si se tratase de una conversación. Para hacerlo primero será necesario reconocerlos, por tanto será otra etapa dentro del procedimiento pensado para generar calma y serenidad. El objetivo es lograr poner los pensamientos en perspectiva, reconocerlos, para poder tratarlos y controlarlos de la mejor manera.

¿Son habituales estos pensamientos?

Estos pensamientos pueden ser derivados de una situación concreta y en algunos casos pueden considerarse como obsesivos. En los casos en los que las personas sufran algún tipo de trastorno; ansiedad o depresión, pueden ser más frecuentes. Sin embargo, no tiene por qué ser una conexión concreta ya que, incluso en personas que no tengan estas patologías, pueden presentarse.

También pueden ser derivados por diversas situaciones y presentarse en cualquier momento. Antes de juzgar o generar sensación de culpa o preocupación, lo conveniente es procurar entenderlos, comprender su origen e influencia para canalizar esta situación y avanzar hacia su manejo.

Es por ello que desarrollar técnicas y hábitos orientados a controlar el mindfulness resulta benéfico para la salud emocional y el bienestar físico de las personas. Pues ayudan a sobrellevar situaciones de estrés, ansiedad e inquietud, en especial durante estos días de confinamiento. Más allá de este contexto, también pueden ser derivados del estrés laboral, algún inconveniente personal, entre otros factores que influyen en el día a día de las personas y que, si son gestionados de buena manera, no tendrán tanto impacto en la cotidianidad.

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