Es vox populi las dificultades laborales de los aspirantes a artistas del espectáculo, y en España particularmente. Se habla continuamente de un supuesto 10% de empleabilidad para todos los actores, cantantes y cualquiera que quiera vivir de su trabajo en los escenarios; una cifra empleada a diario para desmotivar de estudiar o probar suerte a todas las personas apasionadas del mundo artístico. ¿Quién querría estudiar algo sin futuro?
Sin embargo, desde el Centro de Investigación de las Artes Escénicas y Audiovisuales La Manada queremos ampliar un poco la perspectiva del debate, partiendo de dos planteamientos sobre los que se rige nuestra enseñanza. El primero: el oficio del actor es un trabajo duro y constante que requiere de formación, de conocimiento del sector y de las herramientas adecuadas para dedicarse a él. El segundo: ser estudiante de arte dramático requiere ser un artista multidisciplinar lleno de pasión por su profesión, con amplitud de miras en el aprendizaje de la sociedad que crea el arte, y por tanto que renovarse continuamente en su formación multidisciplinar y nunca dejar de aprender.
El miedo al futuro laboral no es intrínseco a la profesión del arte dramático, sino que proviene de su desconocimiento.
El mercado cultural en España
Para profundizar en esta tesis, acudamos a las cifras. El sector cultural en nuestro país aportó el 2,2% del PIB de 2022, más de 30.000 millones de euros, buena parte de los cuales vienen de sectores relacionados con el arte dramático, como el escénico o el audiovisual. Por lo tanto, la industria es potente.
Además, este mercado cultural tiene muchos sectores en los que labrarse un futuro profesional. Los actores y actrices formados son de los perfiles más moldeables del sector cultural, capaces de complementar su formación con otras herramientas para conseguir trabajo en un entorno que conocen. Un estudiante de Arte Dramático puede acceder a sectores tan diversos como las artes escénicas, la industria audiovisual, la gestión cultural y artística, el mundo editorial del arte, la docencia y otros muchos espacios que valoran el perfil comunicativo del actor.
Las herramientas del actor con formación
La pregunta que nos surge aquí es: ¿qué actores están incluidos en esas supuestas estadísticas de paro? Considerarse a uno mismo “actor en activo” es sencillo, pero penetrar en un sector que es endogámico y exigente, no tanto. Las artes escénicas son un sector muy tentador para el amateurismo, donde cualquiera puede llamarse actor, cantante o bailarín sin tener la experiencia o las herramientas para transformar esa pasión en una carrera duradera.
He aquí una de las bazas de formarse como actor: el estudiante de interpretación tiene perspectiva laboral, ha trabajado con profesionales del sector, y sabe acceder a esta enorme industria gracias a los contactos y sus herramientas como profesional. No es tan complicado conseguir hacer una película o una obra de teatro. Lo complejo es mantener una ética profesional que te lleve a medrar en el tiempo.
En resumen, ninguna formación cae en saco roto, aunque sea artística. Lo que realmente marca la diferencia entre un simple aspirante y los profesionales con carreras extensas es la pasión que le dedican a su arte, la dedicación por encontrar su lugar en el mercado y los sacrificios que estén dispuestos a hacer para anteponer su carrera al miedo y al abandono.
El futuro mercado laboral del estudiante de arte dramático, danza, y artes escénicas en general, es amplio, complejo y lleno de posibilidades. Pero es necesario conocerlas, prepararse para enfrentarse a sus requisitos, y armarse de herramientas transversales que nos permitan acceder a ellas como artistas flexibles. Es por ello por lo que os invitamos a visitar la página web del Centro de las Artes Escénicas y Audiovisuales La Manada, donde encontraréis nuestra amplia oferta de formaciones artísticas enfocadas a las posibilidades del mundo profesional.
