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Expulsar a los alumnos conflictivos de la escuela: una solución contraproducente

Expulsar a los alumnos

Expulsar a los alumnos conflictivos genera más problemas de los que ya había inicialmente en el aula. A esta conclusión llega el informe Cero en conducta, presentado por la Fundació Bofill en mayo del 2018. El estudio se centra en el impacto que tienen este tipo de sanciones entre los estudiantes. Aunque las expulsiones son un recurso bastante habitual en España (por ejemplo, en caso de bullying o agresión), no acaban solucionando el problema cuando la persona amonestada se reincorpora. De hecho, según el estudio, suele empeorar la actitud del alumno, que solo recibe un castigo y no una solución constructiva. «Con las expulsiones no se dan herramientas de aprendizaje, no se explica cómo reconducir el mal comportamiento. Además, se rompe el ritmo y el progreso de aprendizaje en los estudios», explica Miquel Àngel Alegre, jefe de proyectos de la Fundació Bofill. 

Por otra parte, hay que tener en cuenta que algunos alumnos trasladan al ámbito académico muchos de sus problemas domésticos. En este sentido, la expulsión es contraproducente, porque pasar más horas en casa reduce las posibilidades de relacionarse con los demás y provoca más preocupación. De hecho, los docentes reconocen que son los mismos alumnos quienes piden no ser expulsados. «Condicionarlos a estar más tiempo en casa significa que viven sus problemas familiares durante más horas. En estos casos, la expulsión es totalmente inapropiada», apunta Jesús Pardo, profesor del instituto La Guineueta de Barcelona. Así pues, ¿cómo hay que abordar los conflictos en el aula? A continuación, te explicamos las tres alternativas que propone la Fundació Bofill.

¿Cómo podemos tratar de integrar a los alumnos conflictos en clase?

  1. Trabajos sociales. En los casos más graves, los trabajos a la comunidad pueden contribuir a una mayor sensibilización del alumno. Trabajar codo con codo con otras personas que tienen problemas en la vida diaria refuerza los valores de solidaridad, cooperación y respeto.
  2. Educación emocional. Las funciones de la educación son muy ricas y diversas. No se trata solo de interiorizar lecciones y conocimiento, sino también de formar a los más jóvenes como personas maduras y críticas. En este sentido, la educación emocional es uno de los aspectos más olvidados en las aulas. En resumen, conviene trabajar conceptos como la frustración, la envidia o la violencia para construir un buen clima en clase.
  3. Mediación. La prevención y la detección precoz resultan fundamentales para evitar conflictos más graves. En este punto, la Fundació Bofill apuesta por las tutorías entre iguales y por las sesiones de mediación. Se trata de que los alumnos expongan sus puntos de vista y aborden los problemas de manera razonable y pausada.

Fuente: TV3

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