La Semana Mundial por la Educación ya está en marcha. Esta acción de lucha por la escolarización universal tendrá lugar entre los días 23 y 29 de abril del 2018 dentro de la Campaña Mundial por la Educación (CME). La CME, una coalición internacional presente en 124 estados, alerta que todavía hay 264 millones de niños sin escolarizar en todo el mundo. Uno de los datos más destacados (y preocupantes) de la semana, es que 75 millones de menores no escolarizados se encuentran en países en crisis, ya sea en el ámbito político, ambiental o económico. De hecho, muchos de estos niños se ven obligados a desplazarse forzosamente y a huir de su país. Según datos del ACNUR, el 51% de los refugiados del mundo son niños, una situación que limita parte de sus derechos fundamentales, entre ellos el de la educación.
Y aún hay más cifras para la reflexión. Del total de la infancia refugiada o en situación de desplazamiento interno, solo la mitad va a la escuela primaria y un 25 por ciento asiste al primer ciclo de Educación Secundaria. Esta situación no sólo supone una vulneración del derecho a la educación de esos millones de niños, que en muchas ocasiones deben dejar de asistir a la escuela por inseguridad o falta de recursos, sino que impide que la educación cumpla su función como factor de paz y elemento de protección frente a los agravios, la pobreza y la injusticia.
Con motivo de la Semana Mundial por la Educación, escuelas de toda España impulsarán iniciativas de denuncia y concienciación entre los alumnos. Por ejemplo, una escuela de Leganés creará un camino de huellas bajo el lema «La educación, el camino hacia la paz. ¡Deja tu huella» para simbolizar el camino hacia la escuela que muchos niños no pueden hacer. ¿Y tú? ¿Cómo aportarás tu granito de arena?
¿Qué podemos aprender de la Semana Mundial por la Educación?
- La educación, un derecho universal. La educación nos permite desarrollarnos intelectualmente y físicamente como personas. De hecho, no solo garantiza nuestro derecho a aprender, sino a crecer en un entorno plural, estable, pacífico y saludable. Por otra parte, la educación también facilita el acceso al mercado laboral. Es decir, nos dota de los recursos necesarios para vivir de forma autónoma y digna. El derecho a la educación es universal, para niños y adultos, y hay que protegerlo en cualquier parte del mundo.
- Hay que garantizar la educación de los menores refugiados. Los menores refugiados son un colectivo especialmente vulnerable. La situación de inestabilidad en la que se encuentran dificulta un acceso satisfactorio a la educación. Aunque existen entidades como ACNUR o UNICEF que luchan para que la situación se revierta, todavía queda mucho trabajo por hacer. Además, hay que atender a los niños que se quedan en un país en conflicto y tienen nulas posibilidades de asistir a la escuela.
- La implicación suma desde cualquier parte del mundo. Iniciativas como las del colegio Ciudad Escuela Muchachos (CEMU) de Leganés contribuyen a concienciar a los niños que sí tienen acceso a la educación. Y es que formar a ciudadanos concienciados y críticos también da sus frutos: más presión a las instituciones, más personas dispuestas a trabajar en ONGs, más voluntad de crear escuelas para todos.
