La transformación digital en la que se encuentra sumergida la sociedad actualmente, obliga a los líderes y organizaciones a adaptarse a los cambios. El líder de hace 50 años es incompatible con la sociedad y maneras de trabajar que han ido apareciendo. Los líderes de esta cuarta Revolución Industrial tienen que ser impulsores del cambio y contar con la capacidad de inculcar y motivar despertando emociones respecto al trabajo.
Núria Oriol, profesora de habilidades directivas y coach de Spain Business School explica en este artículo cómo deben de ser los líderes que van a llevar a cabo esta transformación digital.
Por una parte, cualquier persona tiene a su alrededor a gente con una gran capacidad de liderazgo que:
- Articula y genera entusiasmo en favor de una visión y una misión compartidas.
- Se ponen a la vanguardia cuando es necesario, cualquiera que sea su ocupación.
- Guían la insistencia de otros, haciéndoles admitir su responsabilidad.
- Guían a través del ejemplo.
¿Cuáles son las habilidades del líder?
Cada habilidad emocional interactúa con las otras; esto se aplica, sobre todo, a la idoneidad para el liderazgo. El rol del líder precisa una gran variedad de destrezas personales. La aptitud emocional implica aproximadamente dos tercios de los ingredientes para un desarrollo estelar, pero en el caso de los líderes excelentes llega al 80 y 100% de las competencias que las empresas consideran vitales para el éxito.
Entre los directores ejecutivos más eficaces hay tres modelos principales de aptitud:
Las dos primeras caen bajo la denominación de inteligencia emocional; la primera incluye habilidades tales como la consecución, la seguridad en uno mismo y la implicación, mientras que la segunda consiste en destrezas sociales, como la influencia, la conciencia política y la empatía. Este gran abanico de capacidades es característica de los grandes directores ejecutivos de África, Asia, las Américas y Europa; esto aconseja que los trazos de los líderes sobresalientes sobrepasen los límites culturales y nacionales.
También, saben aplicar el arte de gestionar y ello significa que: se conoce la organización; se tienen claras las finalidades; se ejerce el control y la supervisión; se sabe delegar; se tiene la destreza de integrar a las personas; se es un entendido en cohesionar equipos. Liderar es conducir un objeto o persona hacia un sitio, espacio o resultado concreto. Implica unidirección en el traspaso de la información, jerarquización, previsión, planificación, competitividad y marcar patrones. Pero los grandes líderes van un paso más allá: albergan las realidades emocionales con lo que ven. Su inteligencia emocional les facilita fundir todos estos elementos en una visión entusiasmada.
El líder de la transformación
En este punto se hará referencia a los líderes de la transformación y del cambio que, aunque pueda parecer extraño, no son siempre renovadores. Si bien los primeros saben identificar el valor de una idea novedosa o de una manera nueva de hacer las cosas, habitualmente no son ellos quienes producen la innovación. En tiempos de cambios se pide, además de la capacidad de innovar, la de inspirar. El modelo de «liderazgo para la transformación» va más allá del liderazgo notorio y su principal finalidad es la inspiración.
Características del líder para la transformación
- Son capaces de motivar por el simple poder de su propio entusiasmo.
- No ordenan ni gestionan: inspiran. Al organizar su visión son alentadores en lo intelectual y en lo emocional. Muestran un gran convencimiento en lo que ven y motivan a otros para que lo busquen con ellos.
- Se esfuerzan por vincular las relaciones con quienes constituyen su equipo. A diferencia de otros tipos de líder, más razonables, que estimulan a sus profesionales con compensaciones habituales, como los aumentos de emolumentos y los ascensos, el líder de la transformación va a otro escalón; moviliza a la gente hacia el cambio creándole emociones con respecto al trabajo que hacen.
- Recurren a su percepción del sentido y el valor. El trabajo pasa a ser una especie de afirmación de integridad, una confirmación de compromiso pero con una misión mayor, que forma en cada uno la sensación de compartir un reconocimiento apreciado. Para hacer esto es necesario que el líder ejecute una visión coherente de las nuevas metas de la organización. Aunque éstas puedan ser algo surrealistas, el hecho de comprometerse con ellas puede resultar, en sí, emocionalmente adecuado. Generar emociones de esta manera y dirigirlas hacia finalidades elevadas y nobles brinda al líder una fuerza poderosa para la transformación.
El trabajo del líder/la líder es ser un árbitro/a entre la organización y su entorno, facilitando canales de relación, maniobras de comunicación y ampliando la visión, tanto de la organización como del entorno. En resumen, se puede afirmar que liderar es entender el propio poder y el de los demás, recomendar, dejar ir, delegar, hacer y dejar hacer, confiar, ser responsable, asumir el triunfo y el fracaso, trabajar usando el rapport y el feedback, aprovecharse de la comunicación bidireccional, intuir, escuchar, incentivar la empatía…
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