El tándem de las pequeñas y medianas empresas, las archiconocidas pyme, incluye otra estructura escondida en sus siglas: la microempresa. Este tipo de empresas forman, grano a grano, la montaña de la economía en España. Según el informe Retrato de las Pyme 2015 del Ministerio de Industria, más del 95% de las empresas son microempresas, tres puntos por encima de la media europea.
Las microempresas se diferencian por tres rasgos principales: tienen entre 0 y 9 trabajadores empleados, sus activos no superan el millón de euros y la cifra de negocios no supera los dos millones. Pensemos por un momento en los miles de negocios que se ajustan a estas características en todo el país. Unitariamente no tienen grandes facturaciones ni volumen de negocio, pero como conjunto suponen la mayor fuerza comercial, productiva y laboral.
La microempresa se caracteriza también por una enorme flexibilidad y una gran rapidez de respuesta a las tendencias del mercado. Además, existe una importante red de ayudas y subvenciones estos negocios, para incentivar su funcionamiento. No obstante, estos negocios se enfrentan a numerosos obstáculos internos y externos, y muchos de ellos no alcanzan el año de actividad.
Uno de los principales baches suele ser la falta de formación específica. Por ejemplo, cuatro socios crean una microempresa para dedicarse a la producción audiovisual. Son expertos en su sector, pero no tienen conocimientos de contabilidad; pronto, los números no cuadrarán. Por eso, es recomendable ampliar conocimientos, en este caso con un curso contabilidad avanzada o externalizar ciertos servicios.
El caso de la contabilidad es de especial importancia ya que las microempresas se rigen por un Plan General Contable específico y, por lo tanto, siguen procesos diferentes a las grandes empresas, e incluso tienen particularidades respecto al resto de pymes. Para controlar todos los detalles es importante contar con profesionales con conocimientos de contabilidad avanzada para asegurar el funcionamiento de la empresa.
Por otra parte, las microempresas son mucho más vulnerables a los vaivenes de la economía. La crisis de los últimos años se ha cobrado la vida de miles de negocios, incapaces de sobrevivir en un entorno de caída de la demanda y la confianza. También han visto disminuidas sus líneas de crédito y el acceso a ayudas. Sin embargo, en la debilidad llevan también su fortaleza, ya que precisamente por su tamaño reducido y su adaptabilidad, podrán, previsiblemente, adecuarse a la nueva realidad con más rapidez y volver a sumar granos a la economía.
