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Por qué un año sabático te puede ayudar laboralmente

Cuando eres pequeño te repiten como un mantra la importancia de no repetir curso. Parece ser que, si repites, el mundo podría autodestruirse. Lo mismo pasa si vas a la universidad: debes avanzar año a año sin perder tiempo. Sin embargo, más tarde, llegas al mundo laboral y te das cuenta de que de poco sirvió sacarte cada grado cuando tocaba.

En este post te explicaremos por qué un año sabático no sólo no perjudica tu carrera, sino que puede llegar a ser muy beneficioso.

Aunque la mentalidad en España está cambiando, todavía hoy mucha gente piensa que tomarse un año sabático es una locura, o cuanto menos, una perdida de tiempo. En cambio, en muchos países anglosajones (donde lo denominan gap year) no está mal visto, sino al contrario; puede abrirte las puertas a un nuevo empleo.

El año sabático al finalizar la universidad puede ser muy beneficioso para nuestra carrera (¡y vida!), pero debe responder a un propósito concreto. No se trata de estar 12 meses tirado en el sofá de casa jugando a la consola; se trata de tener un buen motivo para aparcar por completo nuestra vida y hacer algo diferente durante un año entero. Buenas excusas, hay muchas: hacer un viaje largo, realizar un voluntariado en el extranjero, preparar unas oposiciones, aprender un idioma, etc. Y ventajas, también. Aquí van algunas:

  • Te permite profundizar en tus intereses. Tal vez has acabado una carrera y no sabes si te gustará trabajar de lo que estudiaste. O quieres hacer un voluntariado que siempre has tenido en mente antes de empezar a trabajar de lo que te has formado. Pues bien, el año sabático te permitirá desarrollar sin presión un proyecto personal y valorar si te puedes acabar dedicando a algo que te gusta o debes rescatar un sueño que habías aparcado hacía tiempo.
  • Te ayuda a desarrollar habilidades reales. Después de estudiar tanta teoría, un año sabático es tiempo suficiente para desplegar habilidades que no tenías activadas y que se complementarán a la perfección con la formación académica adquirida. En pocas palabras: es ganar experiencia de vida.
  • Te amplía tu círculo de contactos. Al salir de tu zona de confort y estar expuesto a personas nuevas (viajando, en una ONG, etc.) puedes hacer contactos que más tarde te podrán ser útiles en tu carrera profesional. Y si no, como mínimo habrás hecho amigos, que no es poco.
  • Te obliga a superar retos. Como hemos dicho en el punto anterior, mientras estamos en nuestra ciudad o país haciendo lo mismo, vivimos en una burbuja de cristal y avanzamos a pequeños pasos. Decidir tomarse un año sabático y emprender de cero un proyecto es seguramente el reto de mayor envergadura que hayamos afrontado nunca. Con toda probabilidad nos obligará a resolver situaciones nuevas y aprenderemos a desarrollar habilidades que nos serán útiles cuando nos incorporemos al mundo laboral.

Si ya te encuentras trabajando, también puedes tomarte un año (o más) sabático, pero se denomina excedencia. Hay empresas en las que tendrás más facilidades que en otras, pero siempre puedes preguntar en la tuya. Debes saber que la excedencia de carácter voluntario está regulada en el artículo 46.2 del Estatuto de los Trabajadores y consiste en solicitar a tu empresa la suspensión del contrato durante un periodo de tiempo determinado. Al finalizar este plazo, podrás pedir el reingreso a la compañía. Para solicitarla deberás tener como mínimo un año de antigüedad en la empresa, y si ya has pedido una excedencia en este puesto de trabajo deberás esperar cuatro años antes de volver a solicitarla. Si el motivo que te lleva a pedir una excedencia es para cuidar un familiar, podrás ampararte en el artículo 46.3 del mismo Estatuto de los Trabajadores.

1 comentario en «Por qué un año sabático te puede ayudar laboralmente»

  1. Todo est está muy bien pero cuando tienes que pagar hipoteca y tienes hijos en edad de estudiar y otros gastos, o te toca la lotería o no se como vas a aguantar un año sin cobrar.

    La idea es buena pero un poco utópica salvo que se disponga de ahorros.

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