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¿Se puede considerar la obesidad una enfermedad?

Los expertos están reclamando que la obesidad sea reconocida como enfermedad en la Unión Europea, ya que, a pesar de padecerse por millones de personas en el mundo, sigue sin ser oficial ni reconocida como enfermedad crónica.

¿Es la obesidad una enfermedad?

La obesidad es responsable de casi 3 millones de fallecimientos al año. Y es que, tal y como apunta el doctor Durán, jefe del Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital La Luz, la obesidad “es una de los principales factores para el desarrollo de enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares” (ConSalud, 2021).

Cabe destacar que, desde mediados de los años 70, los casos por obesidad se han triplicado, llegando a más de 1.900 millones de adultos y 340 millones de jóvenes que la padecen (ConSalud, 2021). Y la causa principal que la provoca es el desequilibro entre las calorías gastadas y las consumidas.

La Organización Mundial de la Salud (2021) sí que reconoce la obesidad como una enfermedad. Además, la asocian con enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus, apnea del sueño y diversas enfermedades del colon y la vesícula. Pero, el principal problema es que algunas de estas enfermedades o sintomatologías que anteriormente se diagnosticaban casi en exclusividad a ancianos, se están diagnosticando en niños. Esto hace que el problema crezca desde la infancia (Borràs y Ugarriza, 2013).

Obesidad infantil

La obesidad infantil aumenta cada día en todo el mundo. De hecho, se prevé que, si se continúan con las mismas tendencias, en 5 años aumentará hasta alcanzar los 70 millones de casos globalmente tal y como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además, se llega a calificar como uno de los problemas más graves del siglo XXI para la salud pública. Y la cuestión está en que, cuando se padece obesidad en la infancia y en la adolescencia, hay una tendencia mayor a seguir siendo obeso de adulto. Por este motivo, la probabilidad de padecer cardiopatías o diabetes siendo joven es más alta. 

Los dos motivos principales que se asocian de forma más habitual al aumento de la prevalencia de la obesidad infantil son la reducción de la actividad física y los malos hábitos alimenticios. Pero el clima, el estilo de vida y el entorno cultural también juegan un papel muy importante. 

En cambio, sí que es cierto que el tomar excesiva cantidad de azúcar, en alimentos y refrescos, ingerir grandes porciones en las comidas y la disminución creciente de la actividad física, desempeñan un papel clave en el aumento de la obesidad a nivel mundial (O’Dea, 2004).

Consejos para una buena salud alimentaria

Existe un mayor riesgo para determinados grupos de personas a la hora de padecer un trastorno digestivo. Estos grupos son los menores de 5 años, las mujeres embarazadas, aquellas personas que padezcan enfermedades crónicas, los ancianos y quienes “comen en lugares con mala higiene” (Gobierno de México, 2015). Pero, por suerte, muchos de estos trastornos se pueden prevenir.

Para evitar padecer enfermedades gastrointestinales relacionadas con alguna bacteria o alimento concreto es esencial realizar un buen lavado de manos antes de cualquier comida y tras ir al baño. Es muy importante desinfectar bien las frutas y verduras antes de consumirlas. Y, además, es preferible consumir agua embotellada antes que directamente del grifo (Gobierno de México, 2015).

Asimismo, Tovar (2015) da una serie de consejos más precisos para mantener una buena salud digestiva:

  • Mantenerse hidratado es crucial ya que si se bebe poca agua es más difícil para el estómago digerir la comida. “La orina clara es señal de esto y va unida a la buena salud intestinal”.
  • Realizar ejercicio físico: al practicar deporte se estimulan los músculos digestivos y, de esta manera funcionarán de forma más eficiente. Mínimo hay que moverse de forma activa unos 30 minutos al día.
  • Llevar una dieta rica en fibra también ayuda a tener una buena salud digestiva. Además, “la fibra puede también bajar los niveles de colesterol en la sangre y reducir la absorción de azúcar”.
  • Evitar las comidas grasas, ya que hacen que las digestiones sean más pesadas.
  • Masticar la comida más despacio y más veces hace que el estómago digiera mejor los alimentos. Asimismo, “esto da una señal positiva al cerebro de que se siente lleno con menos y mejor comida”.
  • Es importante mantener cierta regularidad en cuanto a las horas a las que se come cada día. Desayuno, comida y cena a ser posible a las mismas horas ayuda a mejorar la digestión.

Fuentes:

Borràs, P.A. y Ugarriza, L. (2013). Obesidad infantil: ¿nos estamos equivocando? Principales causas del problema y tendencias de investigación. 48 (178): 63-68.

ConSalud (2021). Más de 1.900 millones de adultos y 340 millones de niños y adolescentes padecen obesidad. 

Gobierno de México (2015). Enfermedades Gastrointestinales.

O’Dea, J. A. (2004). Prevention of child obesity :’First, do no harm’. Health Education Research, Volumen 20, Págs. 259–265.

OMS (2021). Obesidad y sobrepeso. Datos y cifras.

Tovar, J. (2015). Seis consejos para mejorar tu salud digestiva. Diario ABC.

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