En la era de la imagen, cada vez empleamos más recursos para comunicarnos, recursos que cambian constantemente y se quedan obsoletos de forma vertiginosa. Sin embargo, la palabra se mantiene siempre viva, no solo por su propio valor comunicativo, sino porque sin ella estos otros medios de expresión no serían posibles.
Con las redes sociales y la hegemonía de la publicidad, estamos sustituyendo el texto a renglón tirado por los párrafos cortos y vistosos y cambiando el papel por la pantalla, pero eso no significa que la gente haya dejado de leer y, mucho menos, de aprender.
Los que nos dedicamos a la formación, debemos detectar esta tendencia y ponerla a nuestro favor. Y ahí radica la importancia de la adaptación de contenidos.
Pero ¿qué es la adaptación de contenidos?
Adaptar el contenido consiste en estructurar, clarificar y presentar el texto para proporcionar al alumno un aprendizaje atractivo, útil y sencillo. Pero, como decía, el texto no solo tiene valor en sí mismo sino que es la base sobre la que se desarrolla todo un mundo de creatividad.
Los adaptadores sabemos que pequeñas dosis de contenido pueden convertirse en grandes herramientas de aprendizaje ya que, en el momento en que termina nuestro trabajo, comienza el de un equipo de diseñadores que enriquecerá el resultado a partir de sus propias ideas y conocimientos.
¿Y cuáles son sus principios?
- Calidad. Ante todo, el adaptador debe asegurar que la información que llegue al alumno sea original, actualizada y relevante, de modo que nuestra primera labor consistirá en corregir, comprobar y asegurar la calidad y profesionalidad del texto.
- Claridad. Debemos procurar que, en un solo golpe de vista, el alumno sepa a qué va a enfrentarse y qué puede esperar. Para ello, el adaptador se centrará en el objetivo de cada segmento de contenido, transmitiendo la información relevante, sin anécdotas, y empleando títulos cortos y representativos que precedan a estructuras de contenido directas y coherentes.
- Motivación. El aprendizaje puede ser divertido y apasionante y eso es lo que debemos transmitir. Uno de nuestros retos consiste en generar en el alumno interés, ganas de saber más y, sobre todo, de ponerlo en práctica. Es nuestra misión que el alumno no sienta que se limita a recibir información, sino que, a medida que avanza en su aprendizaje, debe notar que está mejorando y que se está desarrollando como profesional. Para ello, aplicamos una orientación práctica basada en el «aprender a ser» y tratamos el texto de un modo progresivo que parte de los conceptos más sencillos hasta llegar a las habilidades más complejas.
- Interactividad. Cada vez es más difícil mantener al lector concentrado, activo y participativo, por lo que debemos procurar que se enganche al contenido y que se implique en él. Además de orientar el texto en este sentido, lo complementamos con recursos como enlaces de interés que potencien hábitos de investigación y autoaprendizaje, preguntas directas que animen a la reflexión y vídeos con situaciones reales en las que el alumno vea cómo se ponen en práctica las capacidades que está adquiriendo.
- Versatilidad. Es importante recordar que cada proyecto es diferente y se destina a un tipo de alumno concreto. El adaptador debe saber responder ante los cambios y aplicar las herramientas adecuadas para cada caso, convirtiéndose en experto del tema que va a tratar y estando al tanto de posibles recursos y mejoras con las que enriquecer su trabajo. En definitiva, no dejar nunca de aprender.
- Corrección. La tarea de corregir el texto a nivel ortotipográfico y estilístico es básica para transmitir un mensaje. Todos los textos tendrán que estar limpios de erratas, normalizados según las pautas gramaticales y ortográficas vigentes y unificados en cuanto a rasgos diacríticos y ortotipográficos para cumplir con los principios de calidad, claridad, motivación, interactividad y versatilidad.
