La habilidad para negociar es imprescindible en muchos ámbitos de la vida, sobre todo en una sociedad donde hay que resolver conflictos de distinta índole a diario. Así pues, la negociación ayuda a mantener el buen clima familiar, a conservar relaciones de amistad, a realizar trabajos en grupo… y también a trabajar mejor. De hecho, la capacidad de negociación es una competencia cada vez más valorada entre los reclutadores de personal. Y es que, además del perfil académico, los profesionales de recursos humanos deben valorar la personalidad del candidato que tienen delante.
En este caso, la voluntad de negociación y entendimiento dice mucho a favor de la persona, ya que acredita habilidades como el trabajo en grupo, la empatía, la resolución de problemas, etc. En este post, presentamos 10 tips de oro para aprender a negociar con éxito. Porque sí, se puede nacer como un negociador nato, pero también se puede aprender a serlo. Por suerte, existen cursos muy variados que ponen el acento en la negociación: desde másters universitarios hasta formación continua más breve. ¿Y tú? ¿Qué trucos utilizas para negociar más y mejor? ¡Comparte tu experiencia con nosotros en un comentario!
10 consejos para aprender a negociar y obtener buenos frutos
- Escucha a tu interlocutor y muestra empatía. Una mesa de negociación no es un espacio para encadenar monólogos. Todos los negociadores deben llegar a la reunión con sus objetivos claros, pero para lograrlos es necesario que aprendan a escuchar a su interlocutor. ¿Qué necesita? ¿Qué nos puede ofrecer? ¿Es posible llegar a una solución intermedia? Recuerda: negociación y pacto acaban siendo sinónimos gran parte de las veces.
- Documéntate sobre el tema. Demuestra que sabes de lo que hablas, que has analizado los pros y los contras y que no te van a pillar desprevenido. Por suerte, el proceso de aprendizaje y documentación no termina nunca, por lo que la negociación puede convertirse en una actividad muy estimulante a nivel intelectual.
- Planifica tus propias estrategias de negociación. Además de buscar información, es recomendable que apliques lo que has aprendido al caso concreto que te ocupa. ¿Cómo? Diseñando tus propias tácticas y estrategias para lograr el objetivo marcado. Aunque en una negociación pueden surgir momentos de improvisación, no lo podemos dejar todo en manos del azar.
- Crea un plan de negociación. La estrategia trazada debe plasmarse en un documento: el plan de negociación. Este texto nos ayudará a recordar todos los detalles y también a comparar el caso actual con otras negociaciones anteriores.
- Pide consejo a tus asesores de confianza. ¿Los libros y el cerebro no te dan la solución que necesitas? Si es así, no te ofusques y busca ayuda entre los que antes se han encontrado en una situación similar. De hecho, las opiniones externas ayudan a menudo a desescalar tensión y a desbloquear situaciones complejas.
- Intenta ser flexible en caso de bloqueo. Lo hemos apuntado antes. Saber negociar implica pedir, pero también aprender a ceder cuando es necesario. Si bien renunciar a algo puede parecer una pérdida irreparable, a la larga puede darnos más beneficios.
- Redacta las conclusiones de la negociación. Disponer de las conclusiones en un documento te ayudará a saber si has olvidado algún aspecto importante o si el proceso ha sido del todo satisfactorio. Escribe un texto exhaustivo (en forma de lista o de redacción) y analízalo con calma.
- Revisa todo el proceso antes de darlo por cerrado. Siempre se escapan errores o hay flecos por revisar. Propón a tu interlocutor una revisión conjunta del proceso para evitar futuros quebraderos de cabeza.
- Crea un archivo histórico de negociaciones. Guardar los documentos sirve para analizar los errores del pasado, pero también los aciertos. No hay nada mejor para notar la evolución de uno mismo que el estudio comparativo y la autocrítica.
- Haz uso de los aplazamientos cuando sean necesarios. ¿No has tenido tiempo de preparar bien la reunión? ¿Crees que todavía no has encontrado la solución adecuada? Siempre que no lo tomes por norma general, puedes recurrir al aplazamiento para ganar tiempo. Si lo solicitas de manera educada, tu interlocutor lo considerará una muestra de interés y de profesionalidad, no una falta de respeto.
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