Hay personas que llevan dentro la vocación de la cocina, pero no se atreven a desarrollarla más allá de los límites de su propia casa. Son aquellos amigos que cuando organizan una cena despliegan su creatividad y ofrecen a sus invitados platos que podrían estar en la carta de los mejores restaurantes. Seguramente han escuchado más de una vez la frase «Deberías abrir un restaurante» y otras por el estilo. Y aunque alguna vez la idea haya rondado por sus cabezas, por un motivo u otro la han descartado.
También es cierto que aprender a cocinar y convertirse en chef lleva su tiempo y esfuerzo. Hay profesionales de la cocina a los que también les gustaría dar un paso más en su carrera y pasar de cocineros a «creadores», como se dice ahora. Lo bueno es que para los problemas hay soluciones y tanto los cocinillas aficionados como para los cocineros con experiencia en el campo existe formación que les puede ayudar en el plano de la profesionalización.
Para introducirse en el mundo de la gastronomía, es recomendable (y prácticamente obligatorio) empezar por un curso o un grado más o menos básico. Bien es sabido que empezar la casa por la ventana no da buenos resultados. Por ejemplo, se puede optar por un grado medio de cocina y gastronomía, en el que se aprenderán técnicas culinarias, metodologías de preelaboración o estudios de los productos, entre otras cosas. Para los que quieran recibir formación universitaria directamente, tanto aficionados como estudiantes que escojan ese camino formativo, existen grados en gastronomía en los que se profundiza en todos los ámbitos del sector. Entre uno y otro existen grados superiores de FP en cocina, abriendo una tercera vía.
Dentro del ámbito de la formación gastronómica también existen cursos de cocina especializaciones. No es lo mismo un técnico en innovación que en pastelería. Escoger una rama u otra (si el estudiante siente que se decanta más por un camino en concreto) suele darse después de cursar la formación básica, aunque hay quien tiene la vocación. El diploma en pastelería y repostería es uno de los más populares, aunque también han empezado a surgir otras opciones como las técnicas en alimentación natural, dirigidas a aquellas personas afines a las terapias alternativas.
Aquellas personas que decidan seguir el consejo de sus amigos y «abrir un restaurante» no sólo deben de obtener formación en cocina, sino que también deben tener en cuenta que la gestión hostelera también es muy importante. Aunque ese ámbito del negocio se delegue en un socio o un profesional, tener formación relacionada nunca está de más. Existen opciones variadas como másteres en Innovación y gestión de restaurantes o cursos de técnico especialista en actividades hosteleras.
Como puedes ver, las opciones son múltiples y pueden adecuarse a casi cualquier nivel en el que se encuentre la persona, siempre decidida a abrir la puerta y dar el paso hacia los estudios de cocina. Solo hay que atreverse y ponerle ganas: nunca se sabe si uno puede llegar a ser el próximo chef de prestigio y no hay otra forma de averiguarlo (los concursos de la televisión no suelen ser la mejor opción, aunque puedan parecerlo).
Espero hayan más iniciativas como esta, tal como ocurre en mi país.