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Advergaming o el marketing de videojuegos

El advergaming, el marketing de videojuegos para promocionar una marca, no es un concepto nuevo. En los años 80 ya fue utilizado por algunas películas como promoción, aunque el término en sí lo inventó en el año 2000 Anthony Giallourakis, creador de la empresa con su nombre. Algunos de los primeros videojuegos utilizados por las marcas fueron Tron, de Disney; Star Trek: Strategic Operations Simulator, por Sega; o La guerra de las galaxias, por Atari. Esta última os sonará por su fracaso con E.T., el juego del que se encontraron numerosos ejemplares en un basurero de Nuevo México.

Desde entonces, cada vez son más las marcas que han apostado por el marketing de videojuegos, mediante la presencia en algunos tan populares como Los Sims, donde podías construir un Mc Donalds; o las vallas publicitarias de Coca Cola, en los de fútbol. A estas marcas les ha ido bien, y muchas son las que han querido seguir sus pasos, incluso llegando a crear sus propios juegos. En este caso, existen empresas dedicadas en exclusiva al advergaming cuya principal labor, aparte de desarrollar el juego, es estudiar el público de la marca para adaptarse a los intereses de los mismos.

Aunque durante años existió la creencia de que los videojuegos era cosa de adolescentes, en los últimos años se ha demostrado que un número considerable de esos consumidores son mujeres de más de 18 años y que los mayores de 50 también tienen un peso importante. Esto se debe a la proliferación de dispositivos digitales desde donde acceder fácilmente a una gran variedad de juegos para todos los gustos. Las marcas pueden saber a qué público se dirigen y crear un producto atractivo para cada uno de ellos. Para eso, los desarrolladores de videojuegos tienen que tener muy claro si se trata de jugadores ocasionales o gammers. Para estos últimos hará falta un producto más potente.

Algunas marcas que han tenido éxito en la creación de sus videojuegos propios como campañas de marketing han sido Magnum, que consiguió que unos 7 millones de usuarios estuvieran un rato entretenidos, incluso que jugasen varias veces para superar su puntuación; o Lastminute, que ofrecía a los usuarios la posibilidad de dar a su jefe en la cara como si fuera una diana y acumular puntos. También Disney o M&Ms se sumaron a la creación de sus propios juegos.

Con la proliferación de las apps, las empresas han ido aún más allá y han apostado por lanzar sus propias aplicaciones de entretenimiento. Los casos más conocidos han sido Custo, que creó una app para poder diseñar tus propias fragancias; Volkswagen up! Challenge, en el que el jugador debe de conducir uno de los coches de la compañía; o Pixar, cuyo juego de los Minions es uno de los más descargados. Otras como Coca Cola, por ejemplo, se atrevieron con un juego más social con su Smile World, donde anima a que subamos las imágenes de nuestros momentos de máxima felicidad para luego ponerles filtros al estilo Instagram.

Estas tendencias de marketing de videojuegos, que cada vez están teniendo más aceptación, surgen por la necesidad de crear otros modelos publicitarios que se diferencien de los tradicionales para no acabar colapsando al público. Todos buscan la originalidad y lograr crear engagement con el consumidor, a quienes saben que van a encontrar cuando crean un producto específico para ellos. No se trata sólo de hacer propaganda, sino de generar un vínculo. No es de extrañar que la profesión de desarrollador de aplicaciones y videojuegos sea tan demandada en los últimos años.

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